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Italia se resigna al plan de choque de 30.000 millones aprobado por el Gobierno Monti
Partidos, sindicatos y expertos señalan las carencias y esperaban más equidad y medidas de crecimiento, pero los mercados lo celebran
ROMA. Actualizado: GuardarEl primer ministro italiano, Mario Monti, quería que nadie quedara satisfecho con su plan de ajuste, en el sentido de repartir los sacrificios entre todos, y lo ha conseguido, pero no por las mismas razones. Partidos, empresarios, sindicatos, expertos y prensa dejaban entrever ayer decepción por un plan que podría haber sido más ambicioso y agresivo, dado que la histórica emergencia que vive Italia, ante el peligro real de quiebra, abría la oportunidad de coger el toro por los cuernos y abordar por fin grandes reformas evitadas desde hace décadas.
La única decisión que responde a esta expectativa es la reordenación del sistema de pensiones, punto de fuerza del plan, que era la más urgente. Se acaba con el doble sistema, fruto de reformas cobardonas del pasado. Era retributivo para quienes tenían al menos 18 años de cotización en 1995, y bastaba llegar a 40 para jubilarse, independientemente de la edad. Ahora, contributivo para todos. Para los que quedan de aquella quinta, significa trabajar cinco o seis años más. Además la mitad de los pensionistas verán congelada su pensión en 2012.
De otras grandes reformas solo se ha visto la primera piedra o la promesa de que se afrontarán en un segundo momento. Hay que fiarse de las promesas de Monti. Así ocurre con los costes y privilegios de la política, una de las cuestiones esenciales para que se acepten los sacrificios colectivos; con las liberalizaciones de profesiones; con la lucha a la evasión, limitada de momento a la prohibición de pagos en contante por encima de mil euros y el deseo de popularizar el pago con tarjetas, muy bajo en Italia.
El otro reproche a Monti es que el paquete se debía apoyar en tres pilares: rigor, equidad y crecimiento. Es decir, palo y zanahoria para todos. Pero el conjunto de los 30.000 millones del plan está más bien desequilibrado, pues el mayor peso recae sobre impuestos y tasas, y se esperaban más incentivos al crecimiento. Según un informe del centro de estudios CGIA de Mestre, el plan de ajuste supone para cada familia un impacto medio de 635 euros. Pero al ser el tercero del año -los anteriores suman 60.000 millones- el conjunto pesará 1.600 euros al año entre 2011 y 2014.
Todos los partidos tuvieron ayer algo que reprocharle a Monti en la presentación del plan en el Parlamento, pero impera la resignación y se asume como una medicina inevitable.
Más aún al observar que funciona. Los mercados dieron ayer a Italia la primera señal de confianza en meses. La prima de riesgo bajó hasta 372 puntos y la bolsa de Milán, la mejor del continente, ganó un 2,9%.
Prioridad
La prioridad de Monti es relajar la presión de los mercados, un bálsamo que, en su opinión, evitará el efecto recesivo de los ajustes. «Sin este paquete de medidas Italia se derrumbaría como Grecia», advirtió ayer. Y no dejó de recordar que el desafío es europeo, y en esta «semana crucial» considera que «Italia ha cumplido su parte».
La falta de equidad es la gran acusación de los sindicatos, que ayer ya convocaron sendos paros para el próximo lunes, aunque limitados responsablemente al pataleo: serán de dos y cuatro horas. Es la base de las críticas al plan de toda la izquierda, pero también de la Iglesia italiana, que ayer dijo que «podía haber sido más justa».
En el Partido Demócrata (PD), primera fuerza de centro-izquierda, hay un malestar mal disimulado y se muerden la lengua en atención a su responsabilidad en sostener el Ejecutivo técnico. La izquierda pide más coraje para actuar sobre los grandes patrimonios, más mano dura en la lucha contra la evasión fiscal, un plan serio de venta de bienes públicos y, de modo más concreto, una revisión de los criterios para la adjudicación de nuevas frecuencias televisivas, que actualmente prácticamente se regalan. Obviamente, a Berlusconi. Los partidos de extrema izquierda añaden un viejo caballo de batalla, el impuesto sobre inmuebles para las propiedades de la Iglesia, ahora exentas.
Berlusconi, por su parte, reconoce que hay cosas que no le gustan, pero dará su respaldo a Monti porque la emergencia manda. Además, con su dimisión de hace veinte días, se ha librado de tener que firmar él un plan tan impopular.