Manuel Flores es conducido por un agente de la Guardia Civil tras su detención. :: MIGUEL GÓMEZ
Ciudadanos

El clan de los Flores se sentará en el banquillo a partir del 23 de enero

La antigua banda de la carretera, que ya fue procesada en los 90 por decenas de delitos, se mide a la Justicia en una vista oral maratoniana

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El clan de los Flores, acusado de 34 delitos cometidos solo en cinco meses del año 2008, se sentará en el banquillo de la Audiencia para ser juzgado el próximo 23 de enero. La vista oral se prevé maratoniana ya que se han fijado nueve días de sesiones, concluyendo el 8 de febrero. Los dos hermanos Fernando y Francisco Flores y su primo Manuel Flores volverán a medirse a la Justicia. Entre los procesados falta el cuarto integrante y uno de los pesos pesado de la banda, Cristóbal Flores (el mayor de todos), quien cayó muerto en la emboscada que les preparó la Policía Nacional y la Guardia Civil en la A-381 (Jerez-Los Barrios) donde se puso fin a una racha violenta de robos y asaltos que dejó una víctima mortal, la joven puertorrealeña Tamara Leyton, asesinada a tiros en julio de 2008 en la puerta de su casa de El Marquesado. Trató de ahuyentar a los asaltantes que pretendían robar en su vivienda y acabó sin vida.

Los procesados no son novatos ni mucho menos. Manuel y Cristóbal fueron sentenciados en la década de los 90 a más de cien años de prisión por decenas de asaltos, violaciones y crímenes perpetrados entre 1989 y 1991. Por entonces, eran conocidos por la banda de la carretera porque sus víctimas solían ser camioneros que pernoctaban dentro de sus vehículos en los arcenes de carreteras del norte de España. La banda la componía un tercer integrante de la familia, José Flores. Al igual que ocurriera 17 años después con Cristóbal, murió abatido en 1991 en un tiroteo con la Policía. Sus compinches fueron apresados cuando acudieron al sepelio.

Esas penas centenarias no sirvieron ni para mantener a la sociedad a salvo de estos delincuentes ni para que se reinsertaran porque se reorganizaron mientras Cristóbal cumplía aún condena por su sanguinario expediente de los 80 y los 90 y sus hermanos pequeños, Francisco y Fernando, también estaban entre rejas por un homicidio cometido en el año 2000. Según confirmaron los cuerpos policiales tras el arresto de la banda y posteriormente el fiscal en su escrito de acusación, los integrantes del clan acordaron cometer los violentos robos durante los permisos penitenciarios de fin de semana que disfrutaban. De tal manera que se garantizaban el mejor de los escondites: la propia cárcel. En cada golpe que perpetraron dejaron la marca de los delincuentes de otra época: accedían a sus objetivos a golpe de escopeta y no dudaban en utilizarlas si se cruzaba alguien en su camino. Ese desprecio absoluto por la Justicia fue motivo de reproche de los principales responsables policiales de la provincia.

A finales del próximo enero volverán a enfrentarse a penas muy abultadas pero que la legislación española impide su cumplimiento íntegro. El Ministerio Público pide para los hermanos Fernando y Francisco 255 años y ocho meses; mientras que su primo se juega una condena global de 223 años y ocho meses.