
ALGO HABRÁ PARA CENAR
Actualizado: GuardarNo es traidor el que avisa, pero puede ser un malaje, palabra que el diccionario identifica con quien tiene mala sombra. La del líder del PP y próximo presidente del Gobierno no es sólo suya: menos la barba, ha heredado todo. Que no se queje. Bastantes años y desengaños, además de discursos, le ha costado. Los españoles no debemos preguntarnos cómo ha llegado al poder, sino en qué estado. La serotonina, que tiene nombre de cupletista, es la sustancia que rige, brillando por su ausencia, los estados depresivos. No hace falta que nadie nos recuerde su vacío. «No está esto para cenas», ha dicho el señor Rajoy, para descartar el homenaje que le pensaban ofrecer los llamados populares en Pontevedra. «Lo que viene para España es muy difícil», ha anunciado. Tiene más razón que un santo y que no pocos pecadores, pero quizá no estaría de más comunicar un poco de aliento.
La gente asegura que de grandes cenas están las sepulturas llenas, pero sin duda están más pobladas por personas que no tenían para cenar. Nuestro señor don Quijote le recomienda a Sancho que coma poco y cene menos, pero no que renuncie a sentarse a la mesa. La marea del pesimismo no debe subir hasta taparnos la boca y la bandera de austeridad no puede convertirse en servilleta. Siempre habrá algo para no acostarse en ayunas. Necesitamos profetas menos aciagos. Los únicos que no se equivocan son los adivinos de catástrofes, pero debieran descansar.
Vamos a ver qué pasa en la proyectada reunión en Marsella de nuestro futuro presidente con la señora Merkel. Van a hablar del euro en el aperitivo, en la sobremesa y también durante la cena. Aunque sea una falta de educación hablar con la boca llena, tienen que hacerlo porque hay muchas personas que no comen y hay que ocuparse de ellas, aunque haya muchos desocupados. La vida sigue y hay que hacer por la vida. Buen apetito. Prefiero esa fórmula cortés a la España de «que aproveche», cuyo sólo enunciado engorda. Aquí siempre hemos tenido muchos aprovechados.