Editorial

Siria, final de camino

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El número de victimas de la represión en Siria ha llegado ya a 4.000 personas, según la ONU, pero el régimen, aparte de liberar a un millar de detenidos «sin delitos de sangre» según su terminología, se ha negado a asumir el plan que la Liga Árabe le propuso el mes pasado. Eso hizo inevitable el recurso a un programa de severas sanciones que están incrementando la presión sobre el Gobierno sirio, pero también y sobre todo, su banca, su industria petrolera y su comercio exterior. La actitud del gran vecino turco, que ha roto en la práctica con Damasco y se ha unido al grupo de países árabes en las sanciones, es de gran importancia. Simultáneamente, la resistencia civil se militariza con rapidez y se evoca la posibilidad de desembocar en una guerra civil. Crecientemente aislado, torpe en sus movimientos tácticos y con la economía en ruinas, el régimen prefiere persistir en sus errores y el último, vetar la presencia de observadores árabes, ha liquidado toda posibilidad de arreglo diplomático. Como dijo el Gobierno turco, Siria está «al fin del camino».