El autor con conciencia social
Construyó su obra literaria quitando horas al sueño, pero a salvo de las exigencias del mercado editorial Cultura concede al intelectual José Luis Sampedro el Nacional de las Letras
Actualizado: GuardarUn escritor y una referencia moral. El Ministerio de Cultura ha concedido el premio Nacional de las Letras a José Luis Sampedro (Barcelona, 1917), un autor singular que ha conseguido el reconocimiento del público en ámbitos tan distintos como la literatura de ficción, el ensayo y el pensamiento económico. Pocos intelectuales hay en España en este tiempo de desconcierto que tengan un eco tan grande en la vida pública. Y no hay ninguno que suscite un respeto tan unánime y que sea tan admirado por los jóvenes.
Sampedro es una especie de Quijote contemporáneo y no solo por su figura: alto, sumamente delgado, de cara afilada y barba blanca. Desde hace décadas encarna al intelectual que se enfrenta solo con sus argumentos a un sistema que considera depredador y agotado. En sus ensayos y conferencias, reclama una economía «más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos», como ha destacado el jurado del premio. Y allá por donde va reivindica el derecho y la obligación de pensar en libertad para ser realmente persona y no simple mano de obra del sistema.
Ha construido su carrera literaria quitando horas al sueño y por completo al margen del circuito profesional. Universitario tardío -se puso a trabajar muy pronto para ayudar a su familia-, funcionario por las mañanas y profesor por las tardes a continuación, Sampedro empezó a escribir «lo que le pedía el cuerpo» levantándose cada día a las cinco de la mañana. Era una manera de romper con la burocracia de su tarea administrativa y la cruda realidad que mostraba a sus alumnos de Economía, entre ellos casi todos los ministros y altos cargos del ramo que han pasado por el Gobierno español en las últimas décadas. Al mismo tiempo, ese carácter 'amateur' lo ponía a salvo de la presión del sector editorial.
Eco social
Poco a poco, sus novelas fueron abriéndole un hueco en el mundo literario: 'Congreso en Estocolmo', 'El río que nos lleva', 'La sonrisa etrusca' y 'Octubre, octubre', para muchos la mejor de sus obras de ficción. Un catálogo, el narrativo, no demasiado grande pero que lo ha convertido en «uno de los más importantes escritores vivos en lengua castellana», como apunta en el comunicado oficial el Ministerio de Cultura. De forma paralela publicaba ensayos de fuerte contenido político y reivindicativo: 'El mercado y la globalización' o ya más recientemente 'Los mongoles en Bagdad' son buenos ejemplos de ello.
Paradójicamente, el pensamiento económico y social de Sampedro ha sido más influyente cuando estaba ya retirado de la Universidad. En estos años, ha alzado su voz en cuantos foros la solicitaban para denunciar el agotamiento de un sistema económico que se guía solo por el lucro y ha olvidado a los seres humanos a los que debía servir. Ha denunciado también una cultura del espectáculo que deslumbra, frente a lo que sucedía en otros tiempos, cuando los grandes del arte o las letras «alumbraban» la existencia con sus aportaciones. Todo ello lo ha hecho con una independencia sin límites, propia de una persona que próxima a los 80 años estuvo al borde mismo de la muerte y se ganó una larga prórroga en este mundo.
Esa experiencia cambió algo su actitud respecto a la vida, pero no el rumbo de la misma. «Me di cuenta de lo real que es eso de que te puedes morir en cualquier momento. Luego te preguntas sobre el sentido de vivir: para qué y para quién». El sentido de la vida o quizá sería mejor decir el arte de vivir. Porque siempre ha reivindicado la sabiduría, que es ese arte de vivir, frente a la tecnología -el eje central de nuestras sociedades- que con frecuencia es un fin en sí misma.
Además, José Luis Sampedro se ha convertido en el Stéphane Hessel español; es decir, en el inspirador del movimiento 15-M, o al menos en el inspirador de los más concienciados y reflexivos de los integrantes de dicho colectivo.
Marginados o comprados
Hace algo más de un año, en una larga entrevista concedida a este periódico, Sampedro reconocía estar «en la dársena de desguace, y contento por ello». Y algo ajeno también al rumbo que ha tomado el mundo contemporáneo. «Me he sentado en la cuneta y que siga andando por su cuenta», explicaba. Porque a él no le gusta vivir en una sociedad abundante en información banal hasta el extremo de saturar de datos a las personas para que pierdan de vista lo esencial. Ni aprecia una cultura que se limita al esteticismo vacuo o la provocación estéril olvidando que su función principal ha de ser ayudar a conocer la realidad que nos rodea y dar herramientas para interpretarla.
En una ocasión, dijo: «A los intelectuales hoy se les margina o se les compra». Este es el primer premio oficial que José Luis Sampedro recibe. Que nadie cuente con que el galardón, dotado con 40.000 euros, reste en el futuro un ápice de sentido crítico a sus palabras.
No es tarea fácil encasillar a José Luis Sampedro o a su vocación literaria tardía en corriente concreta o determinada. Además, visto el momento actual al hilo de una grave preocupación social por el acontecer económico, a nadie se le oculta que la concesión del Premio Nacional de las Letras tiene algo o mucho que ver con sus profundas reflexiones sobre el sistema capitalista, la sociedad de consumo, la economía de mercado, la globalización o los derroteros de todo lo anterior.
De tal manera, importan menos sus estrictos méritos literarios como autor medianamente vinculado al culturalismo o al género histórico, con una prosa sencilla pero contundente, irónico y hábil dibujante de personalidades y sentimientos en sus personajes; que su faceta como pensador y ensayista sobre el destino de la humanidad, en este caso siempre lúcido y descarnado a la hora de interpretar la ética y los excesos del género humano. No en vano, la formación económica, sus vivencias, sus anécdotas personales y reflexiones confluyen en un núcleo creativo del que es difícil deslindar la narrativa, el ensayo novelado y hasta la vinculación con la ciencia, la existencia y el espíritu.
Así las cosas, parece lo mejor calificar este premio que se le concede a Sampedro como el reconocimiento a una gran personalidad de nuestra contemporaneidad, cuya obra literaria discurre en esos terrenos favoritos de los grandes pensadores que no son otros que los de la vida, la muerte, el tiempo, la dignidad y la coherencia.