EL PUERTO

El Vaporcito cura sus heridas

En el varadero dudan que su parte del trabajo acabe en un mes, tal y como quiere el armador para que el barco vuelva a navegar en marzo Los carpinteros de ribera trabajan contrarreloj en la reparación del casco

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«El casco está fabuloso. Aunque parezca mentira, mejor que nunca». A José 'el del varaero' le da reparos decir su apellido. El revuelo mediático se ha topado con la discreción que el nuevo armador les ha pedido, pero él no duda en acercarse a la verja para explicar cómo se están desarrollando los primeros trabajos de reparación del Vaporcito, que el lunes llegó a su casa tras dos meses de inquilino en el astillero de Navantia.

Las primeras tareas se están centrando en el agujero que causó su hundimiento, el 30 de agosto en el muelle de Cádiz. La proa chocó con una piedra de la dársena y el patrón pudo mantener el control de la embarcación y su pasaje, que salió del Vapor sano y salvo. Desde entonces han sido muchos los que han dado por perdida la mítica embarcación a la que ninguna administración parecía querer apadrinar, teniendo en cuenta el nulo interés del anterior armador, Antonio Somorrostro, por mantener su actividad.

Pero la buena noticia vino de la mano del nuevo inversor, el economista Manuel Ramos, que estuvo ayer en este taller de la avenida de la Bajamar para supervisar los primeros trabajos. «Esta semana se limpiará al barco para verificar el estado de su estructura, que al parecer no ha sufrido demasiados daños con lo que su seguridad está garantizada. Hay que tener en cuenta que se trata de un barco antiguo y rústico, pero cada año, desde noviembre a febrero, ha estado en este varadero sometiéndose a un mantenimiento integral». En este sentido, según los expertos, el Adriano III, con la pintura llena de desconchones y sin ventanas -fueron eliminadas para facilitar la salida de agua con el reflotamiento-, no está tan mal como parece. Y es que la revisión a la que se sometió hace un año fue más completa de lo habitual. Motonaves Adriano S.L. no escatimó en gastos e invirtió 40.000 euros para reforzar el casco, con un cambio integral de puntillas y el galafateo con brea.

El armador quiere que esta fase de la reparación, centrada en el casco y en la arboladura -cubierta y sobrecubierta-, esté lista a finales de diciembre. Pero José no lo tiene tan claro. «Lo veo difícil porque no hay demasiados carpinteros de ribera. Son dos y otros dos ayudantes». En cuanto al motor, aún no se ha evaluado su estado. «Hay que retirarlo, limpiarle todo el fango y comprobar su estado. Eso ya será cosa de los mecánicos y electricistas».

El teléfono de Ramos no para de sonar. Desde que anunció la recuperación del Vapor en una rueda de prensa acompañado por el alcalde, Enrique Moresco, han sido decenas las personas que le han llamado para agradecerle su iniciativa o bien para ofrecer su ayuda. «Algunas personas se han mostrado dispuestas incluso a aportar una cantidad de dinero y contribuir a los gastos de la reparación». Sin embargo, el nuevo armador no suelta prenda sobre el coste que tendrá la chapa y pintura del Adriano III. Tampoco sobre los dos socios que, según dice, le acompañan en esta apuesta de negocio. «Eso ahora es lo de menos. Después de ochenta y dos años de tradición, lo importante es que el barco ya está en El Puerto y lo vamos a recuperar». En este sentido, el economista manifestó su intención por extraer rendimiento turístico y cultural al Vapor, más allá de mantener la línea marítima El Puerto-Cádiz que desde 1.929 cubre la entrañable embarcación.

Un Adriano IV en la agenda

«Es un elemento turístico tradicional, pero hay que fomentar otras potencialidades relacionadas con el turismo náutico a través de una empresa con capacidad para ello». En este sentido, Ramos ya ha mostrado su intención de aumentar el volumen de negocio de Motonanaves Adriano S.L. con la puesta en marcha de un Adriano IV. «Lo estudiaremos cuando llegue el momento, pero no lo descartamos si así lo requiere la demanda».

Entretanto, y hasta que el malogrado barquito vuelva a surcar la Bahía y llevar pasajeros, éstos tendrán que conformarse con observarlo a través de la reja del varadero. Decenas de portuenses volvieron a detenerse ayer en la avenida de la Bajamar para escudriñar los trabajos de los carpinteros y hacerle fotos. En torno a las doce del mediodía, al solecito, un nutrido grupo de jubilados no perdía puntada de lo que se cocía en el varadero. «Es parte de nuestra historia. Un símbolo que nos ha acompañado desde que éramos chicos». Juan recordó entre risas una anécdota. «Mi tía que en paz descanse cogió una vez el Vapor para venir de Cádiz. Se quedó encallado cuando estaba a punto de amarrar y la pobre pasó un miedo tremendo mientras nosotros mirábamos desde el muelle».