OTRO MODELO SINDICAL
Actualizado: GuardarNo es la primera vez que escribo sobre los Sindicatos y, con toda seguridad, no será la última. Lo hice con motivo de la pasada huelga general. He hablado sobre ellos al escribir con relación a determinados conflictos municipales y nuevamente debo hacerlo, ante la variada actividad que esta semana han protagonizado los Sindicatos en nuestra ciudad.
En principio, conviene recordar que hay una normativa específica que regula los derechos de huelga y manifestación. Como quiera que sé que los sindicalistas conocen dichas normas al dedillo, evitaré dar fechas y leyes concretas. No obstante, bueno será recordar que entre las condiciones que la Ley exige para desarrollar una manifestación, entendiendo por tal la concurrencia concertada y temporal de más de 20 personas con una finalidad determinada, la misma debe comunicarse a la Subdelegación del Gobierno con un plazo de antelación que varía entre diez y treinta días. Dicha comunicación, aparte de los datos generales de identificación de los organizadores, debe contener la fecha, hora y duración prevista, el objeto de la misma, el itinerario proyectado si se prevé circular por vías públicas, así como las medidas de seguridad previstas por los organizadores o aquellas que se soliciten a la autoridad gubernativa.
Esto es lo que ocurre en cualquier país democrático, entre los que está el nuestro. El mismo derecho que todos tenemos a manifestarnos, también todos lo tenemos a conocer quién y cuándo se va a manifestar y, especialmente, si dicho acto puede alterar de algún modo nuestra actividad cotidiana, por ejemplo en caso de que se corte una calle al tráfico.
Pero, como Jerez es diferente, la legalidad aquí no se da. Con motivo de las protestas de diversos trabajadores/as de contratas municipales, los manifestantes han ido paseando por las calles y allí donde les ha apetecido, han cortado el tráfico Les ha dado igual hacerlo en la Rotonda de los Casinos o en la calle Sevilla. Les ha traído sin cuidado que el tráfico se paralizara hasta originar un gran embotellamiento. Incluso les ha dado igual no haber avisado con la antelación necesaria. Por culpa de ello, los ciudadanos que se dirigían al trabajo, al médico, a realizar gestiones o simplemente a pasear, de pronto se han visto inmersos en un caos circulatorio del que nadie les ha avisado, propiciado por la manifiesta e ilegal actuación de los manifestantes.
Pero no se limitan a cortar el tráfico, sino que de sus boquitas junto a consignas sindicales y de protesta -las lógicas-, salen todo tipo de insultos que rayan la ordinariez más absoluta. Insultos personales hacia la Alcaldesa de la ciudad, hacia sus zonas íntimas o hacia su vida sexual. Proclamas, en definitiva, que nada tienen que ver con el objeto de la manifestación, y que denotan que, cuando alguien no tiene razón, lo más fácil es insultar.
Hasta la saciedad defiendo el derecho de todos los ciudadanos a un trabajo digno. Hasta lo enfermizo igualmente, defiendo que quiénes trabajan tienen derecho a percibir puntualmente su salario. Sin embargo, ante circunstancias excepcionales, y la tesorería del Ayuntamiento de Jerez sigue crítica, lo correcto es aguantar un poco y posteriormente pasar a la acción. Sin embargo, esta acción jamás puede ser desde el no respeto a la legalidad y, menos aún desde el insulto bajuno hacia la persona que rige los destinos de la ciudad. Esto, que ya lo dije cuando se acosaba a la anterior alcaldesa, Pilar Sánchez, debo reiterarlo ante la persecución que sufre nuestra actual regidora.
¿Saben cuál es el problema? Muy simple. Cuando puntualmente los colectivos de trabajadores tienen problemas, acuden a los sindicatos conscientes de que estos serán voceros maleducados de nuestras reivindicaciones. Con los problemas solventados, los Sindicatos se quedan más solos que la una. La prueba evidente la tenemos en la manifestación convocada en nuestra ciudad el pasado jueves en defensa del empleo público donde los Sindicatos, como ya ocurrió en la anterior huelga general, cosecharon un nuevo y rotundo fracaso.
Creo que nuestras organizaciones sindicales han quedado ancladas en el siglo pasado. Mientras vivan de subvenciones oficiales y toda su labor se centre en crear problemas en las empresas para luego protestar por ellos, es necesario defender que debe abrirse el camino hacia otro modelo sindical.