Sociedad

La vecina alcahueta

Gemma Cuervo, la popular actriz de 'Aquí no hay quien viva', presenta hoy en el Teatro Las Cortes una nueva versión de 'La Celestina'

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Mari Tere, una dulce y despistada jubilada que sueña con el amor se ha transformado en una egoísta alcahueta. La metamorfosis la han propiciado Eduardo Galán y Mariano de Paco Serrano, autor y director de la versión de 'La Celestina', el clásico de las letras españolas que se representa esta noche ( a las 20.30 horas) en el Real Teatro Las Cortes de San Fernando. Mari Tere, Vicenta, Celestina, la abuela de 'Médico de familia' y tantas otras mujeres del teatro, el cine y la televisión española son la misma persona: Gemma Cuervo. La intérprete catalana, exesposa y madre de actores, dice estar «gozando» con su nuevo y renovado papel. «La obra de Fernando de Rojas es un tratado de filosofía y humanística totalmente vigente. Los personajes son avariciosos y lujuriosos, encarnan todo lo que no se debe ser. Por eso sus finales van de acuerdo a lo que han hecho mal en vida», cuenta la veterana actriz.

Cuervo no echa de menos la televisión, por donde ha pululado en los últimos nueve años con las series 'Aquí no hay quien viva' (Antena 3) y 'La que se avecina' (Telecinco). «Lo que siempre tengo es mono de interpretar, sea donde sea. Me considero una mujer todoterreno y acepto la etapa que me toca con la mayor ilusión», insiste. Su carrera sobre las tablas es fructífera y abarca más de 50 años, pero le faltaba meterse en la piel de la meretriz avara y despiadada. «Mi Celestina es una persona más vital, menos rústica. Todo lo hace por su propio interés. Es maravilloso poder hacer de ella y trabajar con este elenco de actores jóvenes y preparadísimos», cuenta.

Con 75 años recién cumplidos, la popular actriz de Estudio 1 no piensa en bajarse del escenario, «hasta que mi naturaleza me lo permita», subraya, y aprovecha al máximo esta segunda juventud. «Lo que no se puede es perder ni un minuto para ser feliz. Es cierto eso de que en las cosas pequeñitas está la felicidad, lo que ocurre es que a veces no somos capaces de hacerlas visibles», comenta. ¿El «carpe diem»?, se le pregunta. «La gente intenta ser feliz, lo buscamos, pero estamos siempre corriendo para llegar a las cosas y se nos acaba la energía. Lo que pasa es que esta sociedad que nos ahoga no nos permite alcanzar la felicidad», concluye.