Editorial

Implacable deuda

Los planes europeos siguen sin resolver los problemas económicos a corto plazo

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La última jornada laborable de la semana llevó ayer alta tensión a los mercados europeos de deuda y, en especial, al italiano. Desde antes incluso de la apertura, la rentabilidad del bono a diez años se disparaba por encima del nivel crítico del 7%, en tanto el bono a dos años rozaba el 7,8%. La gravedad de la situación llevó al Banco Central Europeo a relanzar tardíamente sus compras de deuda, un tanto contenidas esta semana probablemente por las constantes críticas de Merkel a este papel del BCE. A pesar de esta ayuda, Italia ha tenido que pagar intereses sin precedentes: para colocar sus letras a seis meses ha debido ofrecer un 6,5%, casi el doble del 3,53% registrado en la anterior subasta de hace un mes. En cambio, Italia no ha tenido problemas de demanda, como los que tuvo el miércoles Alemania: la 'ratio' de cobertura se ha mantenido prácticamente constante en 1,5 veces y ha logrado colocar 10.000 millones de euros. A rebufo de estos preocupantes datos, la prima de riesgo española escalaba ayer hasta los 450 puntos básicos y la rentabilidad se situaba en el 6,7%. Mucho más fuerte fue la subida de los tipos a dos años, que escalaron hasta el 5,82%, con un alza de más de 25 puntos básicos. Es decir, crecen las dudas de los mercados sobre la capacidad de España para pagar su deuda a corto plazo. Detrás del escepticismo de los inversores está, sin duda, el errático comportamiento europeo: la Comisión Europea efectúa propuestas que Merkel desdeña, en tanto ya no es posible disimular que Francia va también a remolque de la iniciativa alemana. No existe el menor síntoma de consenso ante la gran cumbre europea del día 9 en Marsella, a la que París y Berlín podrían llevar la reforma de los Tratados para afirmar la gobernanza económica de la Eurozona, una propuesta sin duda magnífica a largo plazo -estremece la sola idea de que los diecisiete Parlamentos tendrán que ratificar las medidas, sin descartar que algún país recurra a un referéndum- que no resuelve sin embargo los problemas del corto plazo, en lo que tan solo se adivinan las soluciones de siempre, bloqueadas por Berlín: o el BCE como prestamista de último recurso -un verdadero Banco Central- o los eurobonos. Así las cosas, Europa sigue haciendo piruetas al borde del precipicio.