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«La Justicia ha reparado mis diez años de sufrimiento»
La Audiencia Nacional condena a 18 años a los etarras que intentaron matar a la periodista Marisa Guerrero con un paquete-bomba
MADRID. Actualizado: GuardarLa Audiencia Nacional condenó ayer a 18 años de prisión a los dos etarras que intentaron asesinar con un paquete bomba a la periodista Marisa Guerrero en su casa vizcaína de Lejona en enero de 2002. Por suerte, la exdelegada de Antena 3 en el País Vasco no sufrió ningún daño porque sospechó del envío y llamó rápidamente a la Ertzaintza que procedió a desactivarlo. Sin embargo, las secuelas de aquel episodio duraron años. No solo para Marisa sino también para su madre, su hermana y su sobrina, que llegaron a tocar el paquete explosivo. Por este motivo, el tribunal reparó moralmente este daño con una indemnización.
«Estoy muy feliz por la condena. Me ha alegrado la vida. La Justicia ha reparado el sufrimiento padecido en estos diez años por mí y mi familia», señaló ayer la periodista desde su domicilio próximo a Bilbao. Marisa Guerrero alabó el trabajo de la Fiscalía y recordó con cariño a los otros dos profesionales de los medios de comunicación que ese fatídico día, el 17 de enero de 2002, también recibieron paquetes bomba: Emilio Ybarra, vicepresidente de Vocento, y al director de Radio Nacional en el País Vasco, Santiago Silván.
En el caso de Guerrero, el tribunal considera probado que los dos condenados, Asier Arzalluz e Idoia Mendizábal, junto a Garikoitz Aspiazu Rubina, 'Txeroki', que será juzgado el año que viene por estos hechos al encontrarse preso en Francia, fueron los autores materiales de los paquetes y de su posterior envío a través de una empresa de correo urgente.
Así lo atestiguan los testimonios de los trabajadores de esta compañía y la declaración de un miembro del 'comando Vizcaya', Gorka Martínez, tras su detención en 2003, en la que reveló los nombres de los tres procesados.
Martínez fue la persona que alquiló un piso en la localidad vizcaína de Amorebieta que los etarras utilizaron para ocultarse y preparar sus acciones terroristas. También contaban con un garaje en la lonja de Galdácano en donde guardaban las armas y matrículas falsas, en las que se hallaron restos genéticos de la condenada Idoia Mendizábal.
«¡Es un regalo para la tía!»
La sentencia de la Sala de lo Penal considera también probado que la intención de los etarras era «asesinar» a la periodista y para ello «realizaron todos los actos necesarios para acercar el paquete explosivo hasta el ámbito más íntimo de la víctima», que incluso podría haber afectado al «ámbito familiar», en referencia a que la madre, la hermana y la sobrina de Guerrero se encontraban en la casa de Lejona y llegaron a tener contacto con el paquete que venía a nombre de Confebask, la patronal de empresarios vasca.
Es más, la sobrina de Marisa Guerrero, de tan solo tres años cuando sucedieron los hechos, llego a coger el paquete después de decir: «¡Es un regalo para la tía!». Las secuelas psicológicas que dejó en la familia este episodio han llevado al tribunal, presidido por el magistrado Alfonso Guevara, a indemnizar con 100.000 euros a la periodista y otros 50.000 a su hermana y a los herederos de su madre, fallecida en 2008.
Precisamente, la condenada Idoia Mendizábal conoció la pena de prisión en la Audiencia Nacional, donde ayer asistió a un juicio acusada de colocar una bomba en el edificio de la Bolsa de Bilbao en marzo de 2002, dentro de las acciones llevadas a cabo por el comando 'K-Olaia', al que también perteneció 'Txeroki'. Durante su declaración ante el tribunal, la etarra reconoció su militancia y su «orgullo por ser de ETA», al tiempo que negó la legitimidad de la vista. La Fiscalía pide para ella diez años de prisión por un delito de estragos terroristas.