TELECINCO
Actualizado: GuardarTelecinco ha retirado de su parrilla 'Enemigos íntimos' y 'Resistiré, ¿vale?', dos programas de la hornada escandalosa que ha caracterizado a la cadena en los últimos tiempos. Al parecer, la decisión obedece a las presiones de la casa madre italiana para dignificar un poquito la imagen del canal, que anda por los suelos. Ya sabe usted que 'La Noria' (que no es, ciertamente, el programa más impresentable de Telecinco) se ha quedado sin anunciantes, que una conocida empresa de electrodomésticos ha retirado su campaña navideña del canal y que ahora la sombra del plante comercial se cierne sobre 'Sálvame'. La cadena se ha limitado a decir que estamos ante un «reajuste de la programación», pero parece evidente que lo que hay sobre la mesa es algo más gordo. Retirar dos programas periféricos como 'Enemigos íntimos' y 'Resistiré, ¿vale?' es un gesto que transmite voluntad de rectificación. ¿Va a ser suficiente? Me temo que no. En estos últimos años, Telecinco ha apostado muy fuerte por un tipo de programación casi exclusivamente orientado hacia el escándalo, la banalidad, la zafiedad y el ruido. Ha habido meses en los que toda la parrilla parecía una cadena temática de 'Sálvame'. Sin duda es una impresión injusta cuando uno piensa en los que hacen el programa de Ana Rosa o en las buenas series que la cadena también ha emitido, pero así son las cosas. Ventajas de esa maniobra: ha permitido fidelizar a una porción importante de audiencia, con enormes ganancias económicas. Inconvenientes: lo que deja detrás es tierra quemada y un desprestigio generalizado de la propia marca Telecinco. Los capitostes del canal podrán decir aquello de «que me quiten lo bailado», porque el dinero que han ganado aún les calienta el bolsillo, pero para todos los demás, y en especial para los profesionales de Telecinco, es una condena a medio plazo. Cuando uno se crea cierta fama, cuesta mucho salir de ella. Por decirlo en plata: uno no puede forrarse con una cadena de burdeles y acto seguido montar una casa de beneficencia. A ver qué se inventan ahora para salvar la cara.