CARTAS A LA DIRECTORA

Peregrinaciones laicas

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Las grandes superficies son un fenómeno llamativo los fines de semana: cientos de personas no tienen otro sitio mejor al que ir que éste, donde encuentran todo tipo de viandas y distracciones que -en abundantes casos- les saquen de su abatimiento o aburrimiento. Muchos lo hacen porque no han podido irse a esquiar o de viaje a Austria o a la Sierra. Son sitios en los que se está calentito en invierno, y fresquitos en verano. Eso sí, tienes que ir pasando junto con otras muchas personas por donde te indican las flechas, y si te equivocas y quieres retroceder e ir contracorriente la gente te mira mal y parece que les estás haciendo una faena imperdonable, ¡las estás molestando, las estas importunando en su relax poniéndote en su camino. El problema es tuyo y sólo tuyo, porque te has equivocado y no estás siguiendo las flechas. Ese sentido marcado a priori por especialistas en marketing que te lleva a ver muchas cosas que no necesitas, pero que si las ves te pueden entrar por los ojos, y quizás sentir el antojo de su necesidad o conveniencia para ahora o para el futuro.

Estas multitudes van ensimismadas en sus propias historias personales, pero no se le ve especialmente contentos. Están allí porque no tienen otra necesidad inmediata mayor que resolver, y así pasan la tarde, junto con muchos otros que se encuentran en la misma situación.

Las costumbres han cambiado: antes los fines de semana se iba a una iglesia o a un Santuario de la Virgen; ahora se va a una peregrinación consumista que lo único que te aporta al final del día en la mayor parte de los casos - especialmente entre los varones, padres de familia que acompañan a sus mujeres - es una sensación de impotencia y de pérdida de tiempo inenarrables. Seis horas de dar vueltas para terminar no comprando nada, porque el artículo seleccionado ha dejado de estar en existencias.

Personalmente me encuentro más feliz en un paseo con un amigo, o en una peregrinación familiar a algún santuario de la Virgen o a algún templo para escuchar Misa los domingos.

Cada uno debe escoger su lugar de peregrinación los fines de semana, porque todos peregrinamos, lo queramos o no.