LA ROJA NO SE SONROJA
Actualizado: GuardarCasposos patrioteros, periodistas que juegan a técnicos y un numeroso grupo de aburridos de la vida no tienen otra cosa de qué preocuparse -con la que nos está cayendo- que de las derrotas de la selección en esta gira mundial que Villar se ha sacado de la chistera para exprimir al máximo su reluciente estrella. Y claro como nuestros futbolistas -que son muy buenos- viven a cuerpo de rey y saben que en los amistosos hay que jugar con el freno puesto, no están por reírle la gracia al presidente de la RFEF, pues ya tenemos polémica. Las derrotas ante Argentina, Italia e Inglaterra sirven para que los catastrofistas pongan el grito en el cielo e invoquen al orgullo patrio porque estas afrentas enturbian el buen prestigio forjado en tierras sudafricanas.
Vicente Del Bosque, que es más bueno que el pan, esconde tras esa imagen de bonachón a un pillo que nunca dejará en fuera de juego a un grupo al que le ha dado una confianza ilimitada para que le responda en las grandes citas y no en estas (hablemos con propiedad) pachangas bananeras que nos importan un reverendo pimiento como confirman los índices de audiencia cada vez que España juega un partido amistoso; una de las definiciones más estupidas que se han acuñado en este mundo del deporte. ¿Se imaginan por poner un ejemplo un gran premio amistoso de Fórmula Uno? Pero es que en este país hay tantos tontos que el pasotismo de los jugadores, en estas citas a destiempo y con un calendario atiborrado de compromisos, no nos deja ver la auténtica razón del asunto. Y una vez más tiene el mismo nombre y apellido de siempre: Ángel María Villar que es al fútbol lo que Berlusconi a la economía italiana o el difunto Gaddafi a su pueblo; un engañabobos más peligroso que un tubo de nitroglicerina que sigue forrándose a costa de los ridículos de la roja aunque me consta que sus componentes no se sonrojan.