ESPAÑA

EL PP Y EL RUBICÓN CATALÁN

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De la marginación, al protagonismo. Del compromiso de CiU, firmado y avalado ante notario, de no pactar con el diablo, a convertirse en muleta habitual del Gobierno nacionalista de Artur Mas, que no tiene mayoría absoluta en el Parlamento. Este es el camino que en pocos años ha recorrido el PP catalán, y que mañana podría cruzar el Rubicón cuando se abran las urnas.

Hace semanas que los estudios demoscópicos señalan el crecimiento notable del voto PP en una autonomía que le ha sido esquiva. Apuntan incluso a una cosecha de votos superior a la que obtuvo CiU hace un año, con su amplia victoria en las elecciones autonómicas. Incluso, el PP de Alicia Sánchez-Camacho podría quedarse a pocos escaños del partido socialista de Carme Chacón, cuando en las últimas generales el PSC le superó en 17 actas de diputado.

Es posible que el voto útil actúe como estímulo para muchos que nunca votaron popular en Cataluña. Pero los coqueteos del PP con partidos xenófobos, hasta sellar pactos municipales en ciudades como Badalona, y la credibilidad que le otorga el Gobierno de CiU al requerir y conseguir el apoyo de Sánchez-Camacho, no han sido ajenos a ese cambio de tendencia.

Aunque, seguramente, el instrumento más eficaz para que el partido de Rajoy haya abandonado la condición de excluido, es la olvidadiza memoria de muchos catalanes. A fin de reunir las firmas necesarias para la presentación de un recurso de inconstitucionalidad contra el polémico Estatuto de autonomía, florecieron mesas peticionarias por todo el territorio español. Afables militantes preguntaban a una, a su paso por la madrileña calle de Goya: «¿Quiere firmar contra Cataluña?». Las mismas damas, por cierto, que el jueves me volvieron a abordar solicitando apoyo económico para el PP, mientras otras correligionarias se desgañitaban por teléfono pidiendo «una limosnita porque la campaña nos sale carísima». Pues bien, aquellas lanzas se han convertido en palos. Vamos a ver qué dicen mañana las urnas, pero si Cataluña también se tiñera de azul, la radicalización de los florecientes sectores independentistas estaría servida.