Monti plantea una cura drástica que ya choca con Berlusconi
Pone a prueba la buena fe de los partidos con su programa de reformas, mientras 'Il Cavaliere' advierte de que durará lo que él quiera
ROMA. Actualizado: GuardarEl nuevo primer ministro de Italia, Mario Monti, presentó por fin ayer sus ideas para sacar al país del borde de la quiebra, una cura de caballo en toda regla a debilidades y vicios del sistema que contiene todas las reformas y propuestas pendientes desde hace años. Las que los sucesivos Gobiernos han ido aparcando por su complejidad, su impopularidad o por la resistencia de algún sector. Lo hizo en la primera exposición de su programa ante el Senado, que le otorgó su confianza en bloque, con la única excepción de los votos de la Liga Norte. Luego ya se verá qué hace cada formación cuando llegue la hora de la verdad para aprobar las medidas más duras. Hoy será el turno de la Cámara de Diputados y el Ejecutivo técnico de Monti podrá empezar a trabajar.
El jefe del Ejecutivo tardó 45 minutos en leer una larga lista de medidas que ningún partido se atrevería a suscribir tal cual en su programa y que necesitarán un milagro de consenso. Desde empresas titánicas como la reforma fiscal, de las pensiones, del mercado laboral, de las ayudas sociales y de desempleo o la lucha contra la evasión fiscal a iniciativas inmediatas como un próximo plan de ajuste, el tercero en lo que va de año, la venta de patrimonio público por 5.000 millones de euros o recuperar el impuesto de vivienda, que fue suprimido por el anterior Gobierno de Berlusconi, junto a tabúes históricos como privatización de servicios locales, liberalización de profesiones o recorte de los costes de la política.
Monti reconoció que sería «una ambición excesiva pretender resolver en un tiempo limitado todos estos problemas que tienen raíces profundas y comportamientos consolidados», pues en el mejor de casos dispone de poco más de un año hasta el final de la legislatura en 2013. Pero su idea es poner las bases de un cambio radical de la sociedad y la economía italianas y pensar a largo plazo «pues los propios inversores que compran nuestra deuda piensan en el futuro, en cómo será Italia dentro de diez años». En un discurso casi profesoral, Monti avanzó que su labor se centrará en «el rigor en las cuentas, el crecimiento y la equidad». «Es una tarea dificilísima, pero tengo la sospecha de que si no, yo no estaría hoy aquí», concluyó con una ironía que ya es marca de la casa.
Desde luego es lo que esperaban oír los mercados, pero lo que quieren ver desde hace meses son hechos, pues el discurso de Monti no deja de parecerse a las eternas promesas de los políticos. La Bolsa de Milán cerró otra vez en negativo (-1,48%) y la prima de riesgo experimentó una tímida mejoría, bajando al menos de los 500 puntos.
Hechos pendientes
La gran cuestión, los hechos, sigue pendiente pues el primer ministro habló de forma genérica, aunque quizá no era el día para ello y sondeaba la reacción de los partidos. Porque todo dependerá, y es la principal duda, de hasta dónde le dejarán llegar los políticos, que deben garantizarle el pleno apoyo en el Parlamento. Sobre todo uno, Silvio Berlusconi. Hasta que el consenso prometido en las prisas de la emergencia por las distintas fuerzas políticas no cristalice, a ser posible viendo cómo cada formación traga con medidas que no comparte, será muy difícil creerlo. Solo entonces se sabrá si este Ejecutivo técnico de Monti hará historia o habrá sido una nueva oportunidad perdida. Paradójicamente, la amenaza de la quiebra es su mayor aliado, pues no hay otra salida.
Estas dudas son más que legítimas, y los mercados las siguen teniendo en cuenta, porque la sospecha de que Silvio Berlusconi está haciendo un doble juego volvió a planear ayer. Ya el domingo pasado, en el mismo momento en que el economista recibía el encargo de formar Gobierno, el magnate le quiso robar la escena con un vídeo en el que anunciaba que no se rendía. Dejó claro que tutelaba en la sombra la duración y la acción del nuevo Ejecutivo.
Ayer se reunió con sus senadores y lo dijo aún más crudamente. «Monti durará lo que queramos nosotros, en relación con nuestra campaña electoral y según lo que digan, los sondeos», les confió. Para el 'Cavaliere' esta fase es «una suspensión negativa de la democracia», a la que se ha visto obligado a ceder, «una decisión prácticamente impuesta».