RAJOY Y «LOS PALOS»

Es una lástima que la estrategia de campaña del PP haya pasado por que su candidato no responda a preguntas de los periodistas porque en la distancia corta hay un Rajoy muy interesante. Lejos del candidato que hacía esgrima con Rubalcaba en un 'cara a cara' tan tedioso como prescindible, el miércoles emergió el Mariano Rajoy más sincero en una entrevista concedida al Telediario.

A la pregunta acertada de Pepa Bueno «¿qué ha aprendido en estos cuatro años?», Rajoy hablaba de haber adquirido mayor experiencia, de tener las cosas más claras y de haber superado «muchos palos» (de los ajenos y de los propios). Me alegra comprobar que la inminencia del triunfo no haya separado demasiado los pies de Rajoy de la tierra, salvo lo que vimos en el mitin de Valencia, donde por primer vez reconoció la certeza de la victoria y botó de entusiasmo.

No es habitual que un político reconozca que algunos de los suyos son bastante difíciles de gobernar (a fin de cuentas Rajoy es el hombre que retomó la frase de Romanones «¡joder, qué tropa!», que es casi un interjección de verbena del maestro Chapí). Precisamente esa habilidad para tenerlos unidos es la que puede llevar a Rajoy a la Moncloa igual que los cohetes parten de Cabo Cañaveral: autopropulsado. Pero eso no quiere decir que aquellos que dudaron de él dentro de su formación vayan a callar para siempre, todo dependerá de cómo reparta las fuerzas de la victoria. Las familias conviven pero nunca desaparecen. A la espera de lo que diga el Constitucional sobre los matrimonios gays (Rajoy es partidario de conocer la sentencia), en su partido hay quién le solicita que lo derogue de manera preventiva. Vidal Quadras le ha pedido que lo haga también con el aborto.

Esas son las tensiones que se va a encontrar a partir de lunes, otra de ellas es qué hace con la actual ley de tabaco. Supongo que a toda esa inmensa tropa que son los suyos se refería en la entrevista. Es más que evidente, ¡cómo olvidarlos! Eso sí, ahora puede brindar la victoria a todos los que le consideraban un flojo.