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Carlos Ruiz Zafón, gurú del best seller, presenta su última novela en una capilla gótica de Barcelona
Actualizado: GuardarEl 'The New York Times' le comparó con un cóctel entre García Márquez, Borges y Umberto Eco, y con semejantes ingredientes es difícil fallar. El huracán Ruiz Zafón y su portentosa imaginación vuelven a barrer el territorio literario hispano. Su ojo vuelve a estar en el 'cementerio de los libros olvidados'. Para algarabía de sus millones de lectores, el escritor barcelonés de 47 años y residente en Los Ángeles, entrega su esperadísima nueva novela, 'El prisionero del cielo' (Planeta), la tercera de la tetralogía inaugurada hace ya una década con 'La sombra del viento'. Con una tirada inicial de un millón de ejemplares para España y América, Planeta vuelve a poner a prueba el músculo de un mercado fiel a todo lo que firma CRZ. Culmina una década memorable para Carlos Ruiz Zafón, que pasa su ecuador y en la que empezamos a ver que «todas las pieza encajan y a comprender las zonas oscuras de las anteriores». Así lo avanzó ayer el más seguro caballo ganador del imperio Planeta, un líder global del 'best-seller', el narrador español más leído del mundo, con permiso de Arturo Pérez Reverte.
Como hace tres años con 'El juego del ángel', Planeta tiró la casa por la ventana con una imponente escenografía más propia de una estrella de rock que de un literato. Crisis obliga, de modo que no se llegó a los 400 invitados de aquella presentación, que tuvo lugar en el Liceo. La de ayer se celebró en la capilla del convento de Los Ángeles, adecuado entorno gótico del siglo XVI, en el barrio del Raval, en el que un Zafón muy distendido charló con la periodista Gemma Nierga sobre su libro, sus personajes y sus ambiciones. Las decenas de periodistas (además de editores y libreros llegados de todo el mundo) no pudieron preguntar.
Repantigado en un sillón inglés, muy relajado, la charla discurrió ante un mar de libros antiguos sobre un gigantesco grabado de Piranesi. Con su alopecia mediopensionista, su perilla y sus habituales gafas de aluminio rojo, ataviado con un polo de rugby azulgrana con un dragón bordado (la figura mitológica que tanto le gusta) vaqueros y botas negras, CRZ avanzó detalles de la novela con menos páginas de las tres «que reinterpreta todas las zonas oscuras de las anteriores».
Barcelona vuelve a estar en el corazón de esta historia de nuevo libresca que arranca en las navidades de 1957 y con trepidante intriga con la que Ruiz Zafón pasea al lector por el Raval, el barrio gótico, Montjuïc -con su fortaleza militar y su cementerio-, o el Somorrostro, un submundo de miseria y barracones sobre cuyos escombros se alzó la ciudad postolímpica. Esta Barcelona añeja y oscura es el escenario múltiple en el que Zafón mueve a sus personajes en un poliédrico entramado con muchas caras. «Hay tantas barcelonas como miradas. «No la cuento. Hago de ella un personaje irreal y estilizado pero reconocible, con su propia dramaturgia». Esa Barcelona imaginada por el autor bebe, en parte, del trabajo de su padre, agente de seguros, al que de niño acompañaba por todos los barrios para cobrar, lo que le permitía meterse en muchas casas y descubrir sus secretos.
Tiempo de plomo
Estamos en un tiempo de plomo, gris oscuro, de hambre y penuria moral para los perdedores y algunos de los ganadores de una guerra incivil que dos décadas después de su final aún lastra la vida de un país sin alegría y con la vista fija en un pasado que pesa como una losa. Un pasado plagado de sombras que siguen pululando en torno a la librería de los Sempere en la calle de Santa Ana que tan bien conocen los lectores de 'La sombra del viento' y 'El juego del ángel'. En ese brumoso pasado habitan dos escritores malditos, Julián Carax y David Martín, autores de dos rarísimos libros cuyo influjo alcanza aún a los personajes de 'El prisionero del cielo'. Resucitarán en el cementerio de los libros olvidados que custodia Isaac Monfort en la calle del Arco del Teatro, a un paso del Liceo.
El misterio gira esta vez en torno a un intrigante individuo cojo y manco que se interesa por Fermín Romero de Torres, antiguo mendigo y ahora ayudante de los Sempere en la librería. Paga una fortuna por una excepcional edición de 'El conde de Montecristo' y se la dedica al protagonista de esta historia «que regresó de entre los muertos.». El desafío se acrecienta cuando Daniel Sempere, el crío que descubrió de la mano de su padre el cementerio de los libros olvidados, comprenda que tiene que enfrentarse con la mayor de las sombras, «que crece en su interior».
Con esta entrega 3.0 de la serie que aviva la indesmayable 'Zafonmanía' conoceremos el destino de los personajes de 'La sombra del viento' y los fantasmas a los que se enfrentan. Su emblema, el símbolo gaudiniano de la escalera de caracol, es todo un lema de la trama cíclica y ascendente que será un regalo para el seguidor de la saga.
Una saga que jamás veremos en el cine. Ruiz Zafón, buen conocedor del paño, se niega en redondo a trasladarla a imágenes. Sabe que «cada lector se monta su película» y que sería «imposible mejorarla». «Son novelas sobre libros, libreros, vendedores, amantes y ladrones de libros y estaría mal transformarlas en otra cosa para hacerlas más populares y exprimirlas», dijo. «Está bien que los libros sean libros; no todo tiene que transformarse en peli o videojuego», concluyó este pianista que hace las banda sonoras de sus novelas (CRZ toca el piano, sintetizadores, ordenadores y «todo lo que se pueda teclear y haga ruido»), que odia el esnobismo y la papanatería y que, como no podría ser de otra manera, adora a Turner y sus brumosas pinturas.
El destino quiso regalar ayer a Zafón un día desaliñado de agua y brumas en su bien amada Barcelona. La cuarta de la saga «quizá en tres o cuatro años». Entonces se abrirá definitivamente «la caja del truenos y conoceremos los secretos que Fermín y Daniel guardaron durante dos décadas. Todos los mundos convergerán y se ensamblará el mecanismo», prometió risueño.