¡QUE ACABE YA! ¡QUE ACABE YA!
Actualizado: GuardarCuando despertó, la campaña todavía estaba allí». Las etapas finales hasta las elecciones se están convirtiendo en una pesadilla repetida, sin nada nuevo más que cansancio; y el periódico de cada día, parafraseando por enésima vez el cuento de Monterroso, transmite eso. Parece que esto no se acaba nunca. La sensación colectiva, y quizá en los candidatos más que nadie, es que la campaña está agotada. Invirtiendo ese grito del público cuando espera con impaciencia el comienzo de un acontecimiento («¡que empiece ya, que empiece ya, o el público se va!») la sensación de hartazgo casi da ganas de gritar ¡que acabe ya.!
El último error de Zapatero, al menos en el balance provisional, fue la fecha de las elecciones. Entre septiembre y la primera semana de octubre quizá les quedasen reservas; hasta noviembre solo se han acumulado malas noticias y una larga sensación de vacío de poder. El presidente cometió su último pecado de optimismo; y esto se ha convertido en una carrera extenuante para el candidato. A Rubalcaba, velocista juvenil del hectómetro, se le ha atragantado esta prueba de fondo. Quizá nadie habría aguantado este lento goteo de encuestas y titulares corrosivos.
Esta campaña ha sido como las carreras de Fórmula 1, donde toda la emoción se quedó en la salida, y lo demás ha sido un tedioso proceso que solo podía deparar alguna sorpresa por accidente o error en los 'boxes' de Génova o Ferraz. Los candidatos dan vueltas y vueltas al país sin que eso vaya a alterar las posiciones. Está resultando monótono, mediocre y bastante inútil. Casi para corear ¡que acabe ya, que acabe ya. o el público se va.!