La rebelión suave de Berthe Morisot
El Museo Thyssen acoge la primera retrospectiva en España de esta desconocida pintora impresionista y musa de Edouard Manet
Actualizado: GuardarLos señores Morisot cumplían con todos los cánones de una familia de la alta sociedad francesa del siglo XIX. Acudían a las fiestas de su clase social, iban con sus mejores galas a los acontecimientos que les requerían y educaron a sus dos niñas, Berthe y Edma, como se esperaba de una familia acomodada. Las dos niñas, inseparables durante toda su vida, recibieron clases de pintura y de otras disciplinas artísticas. Eran un complemento esperado para dos mujeres que debían, según los parámetros de la época, casarse con un hombre de otra buena familia, llevar la casa y ser buena madre.
El pintar o tocar el piano, tras contraer nupcias, se quedaban en el ámbito hogareño. Pero Berthe (Bourges, Francia, 1841-1895) rompió el molde. No se encasilló en lo que habían previsto sus progenitores y la sociedad de su época. Se convirtió en uno de los referentes de la pintura francesa del siglo XIX. Ahora, el Museo Thyssen muestra parte de su obra, en la exposición 'Berthe Morisot. La pintora impresionista', la primera retrospectiva que se ve en España sobre la artista gala.
La colección, de 40 obras y que se ha realizado gracias a la colaboración del Museo Marmottan Monet, de París, muestra a una mujer que explotó «sus dotes más allá de lo decoroso, según los cánones de la época», explicó Guillermo Solana, director artístico de la pinacoteca madrileña. «Fue una rebelde suave. Hizo compatible sin conflictos su condición de esposa y madre con la de pintora», indicó Solana. «En su obra se proyectan multitud de figuras femeninas a partir de las cuales reflexiona sobre su condición de mujer y de artista. Se trata de una pintora autorreflexiva cuya virtud fue la autoconciencia», apuntó el responsable del museo.
Mundos íntimos
La carrera de Morisot comenzó en los pasillos del Louvre, adonde acudió como copista animada por su primer maestro, Joseph-Benoit Guichard. Durante tres años, Berthe copió junto a su hermana pinturas venecianas y comenzó a cultivar sus relaciones artísticas, como Henri Fantin-Latour o Félix Bracquemond. Después, en 1860, conoció a su gran maestro, Camille Corot, que le enseñó su modo luminoso de reflejar la naturaleza sobre el lienzo. Estas obras mantienen un estilo cercano a la Escuela de Barbizon.
En 1868 se produjo el segundo cambio de Morisot. Las dos hermanas conocen a Edouard Manet, con el que mantendrán una intensa relación personal y profesional. Incluso Berthe se casó con el hermano de Edouard, Eugene. Se convirtió en una de las musas del pintor, para quien posó en 'El balcón', obra inspirada en 'La majas del balcón' de Goya. Un año más tarde, Edma se casa y cumple con los preceptos de «esa sociedad patriarcal», como la denomina Solana. Abandona la pintura y deja sola a Berthe, que empieza a explorar su mundo más personal. Se centra en los interiores de la vida femenina. Así, figuran mujeres vestidas de forma informal, cosiendo, leyendo o meditando. También se aprecian madres con niños y, de forma rara, mujeres en actos públicos como 'En el baile'. Este óleo, que muestra a una mujer con un abanico, fue presentado en la Segunda Exposición Impresionista de 1876. Morisot y Camille Pisarro fueron los únicos artistas que participaron en todas las muestras impresionistas originales. En la primera (1874), la pintora francesa enseñó nueve obras, entre las que destacaba 'El juego del escondite'. «Fue una gran animadora cultural. Además, siempre quería plasmar en la pintura sus obsesiones», apuntó Paloma Alarcó, jefa del departamento de Pintura Moderna del Thyssen y comisaria de la exposición.
En los últimos años de su vida, los Morisot y los Manet compartieron una casa de campo a orillas del Sena. Esto provoca que la pintura de la artista evolucione y aparezcan algunas escenas rurales, con su hija Julie y su prima Jeannie como protagonistas. Otra modelo frecuente fue una muchacha del pueblo que posó para varios bocetos para sus 'Pastora tumbada' y 'Pastora desnuda tumbada'. Ese gusto por los espacios verdes continuó en los últimos tres años de su vida, cuando desde su apartamento parisino pintaba un parque como si fuera su jardín privado, íntimo.