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El mosaico romano de Puerto Real, a la espera de un museo en su ciudad
El futuro Centro de Interpretación de la Cultura puertorrealeño albergaría la pieza que ahora custodia la Junta en Cádiz
Cádiz Actualizado: GuardarEstá a punto de colocarse la última pieza, sin duda la más importante, para que se complete uno de los grandes puzzles del patrimonio gaditano. Un caso que lleva abierto desde hace más de siete años y que, por fin, tiene visos de resolverse. La historia comenzó a principios del otoño de 2004, cuando las obras de un tramo de la N-IV entre Puerto Real y Tres Caminos desvelaron un mosaico romano de grandes dimensiones e igual interés para el análisis de los usos y costumbres de esa civilización en la Bahía de Cádiz. El hallazgo sirvió de puerta de entrada al descubrimiento de toda una villa en la que la pieza decorativa era la estrella. No por rutilante dejaba de necesitar un profundo proceso de restauración y por ello todos sus fragmentos fueron trasladados hasta el Museo Provincial.
Durante los primeros meses de esa restauración se avivó la polémica en torno a la futura ubicación de esta joya datada en el siglo IV, y los rescoldos, más o menos vivos, nunca se apagaron. La ciudadanía puertorrealeña vindica una y otra vez que el mosaico esté en el municipio, algo físicamente imposible al no contar Puerto Real con un museo que garantice la buena conservación y puesta en valor del mismo. En algún momento, durante el gobierno de Barroso, se dejó entrever que se había solicitado a la Delegación de Cultura su devolución, una petición negada por la Junta y que, como era de esperar, cerró un capítulo más de la novela sin darle un final definitivo. Desde mayo de 2008, el mosaico está en perfecto estado, fragmentado, embalado y custodiado en los almacenes del Museo de Plaza Mina.
Sin embargo, la calma chicha ha cesado en los últimos meses gracias a dos acontecimientos que han dado un nuevo giro a la historia. De una parte, la promesa de hace un cuarto de siglo de disponer en Puerto Real de un centro museístico está más cerca de convertirse en realidad. En estos momentos se está pendiente de la adjudicación de las obras del denominado Centro de Interpretación de la Cultura, que ocupará un solar de 250 metros cuadrados junto a la Iglesia San José, actual centro cultural de la ciudad. Una vez licitado, el plazo de ejecución estimado es de ocho meses, por lo que por primera vez en mucho tiempo la administración local confía en que se disponga al fin de un museo.
Será entonces cuando soliciten formalmente a Cultura la cesión del mosaico, tal y como ha confirmado a LA VOZ el concejal delegado de Cultura del Ayuntamiento de Puerto Real, Manuel Jesús Izco Reina. «En cuanto comprobemos que las condiciones para la puesta en valor de la pieza son las óptimas, remitiremos a la Junta nuestra solicitud», ha destacado el edil respecto a lo que él mismo considera como un «símbolo» del patrimonio de la localidad.
Entorno de la villa
Mientras tanto, y esto es quizá lo que desconocen la mayoría de los ciudadanos e incluso políticos, la parte central del mosaico, la que identifica al dios Baco, ya puede verse en el Museo Provincial. Sus enormes dimensiones impiden que se enseñen más partes de la pieza, pero al menos la más significativa está al alcance de los visitantes. La exposición, aunque positiva, despierta el recelo entre aquellos que dudan de la eficacia de los papeleos y las cesiones -todo está contemplado en la Ley- y prefieren que el primer y único lugar de exhibición sea el futuro centro museístico de Puerto Real. «Los ciudadanos tienen este mosaico como un símbolo de su patrimonio, lo valoran y saben de su importancia», ha subrayado el concejal.
El pavimento musivo, con dibujos florales y un dios Baco en el centro, es el mejor conservado de la provincia. Forma parte de la decoración de una sala noble de la villa romana, que se encontró durante el desdoble de la Nacional IV entre Puerto Real y Tres Caminos. Su importancia radica, además, en que arroja luz sobre la forma de vida de la población en tiempos de Constantino. Un entorno caracterizado por la producción alfarera. Toda la construcción, que presumiblemente era propiedad de un rico comerciante, destacó por su buen estado de conservación, y durante mucho tiempo fue el lugar predilecto para la puesta en valor del mosaico, restaurado durante años por María Luisa Millán, profesional que también estuvo durante los días posteriores al hallazgo.