Rubalcaba pretende aumentar el gasto social de las autonomías
El candidato socialista promete que obligará por ley a dedicar el 80% de sus recursos a sanidad, educación y servicios asistenciales
Actualizado: GuardarAlfredo Pérez Rubalcaba pretende obligar por ley a las autonomías a dedicar más dinero a la sanidad, la educación y los servicios sociales. El candidato del PSOE aseguró ayer que si gana las elecciones pondrá en marcha una reforma «urgente» del sistema de financiación para elevar hasta el 80% el porcentaje del gasto que hoy dedican los ejecutivos autonómicos a esas partidas, en torno al 75%. La medida obligaría a los gobiernos autonómicos a recortar en otras áreas.
En realidad, no existe un porcentaje fijo de gasto social para todos los territorios. Cada ejecutivo administra sus recursos como considera más conveniente. Lo que sí es cierto es que los servicios fundamentales suponen el grueso del gasto autonómico y que, cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero reformó el modelo en 2009 y, por primera vez, se limitó la solidaridad interterritorial, se acordó que las comunidades pusieran a disposición del conjunto solo el 75% de su recaudación, que era lo que se calculó, tras una ardua negociación, que correspondía a esas competencias básicas. La idea era que con ese dinero aportado se creara una bolsa común, que sería completada por el Estado para que, al menos en el plano teórico, el 80% del total de los recursos del sistema se dediquen a sanidad, educación y servicios sociales. El problema es que todo es hipotético porque la legislación impide que las transferencias a las comunidades tengan carácter finalista.
La Constitución reconoce además a los territorios autonomía financiera, lo que significa, según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, «la propia determinación y ordenación de los ingresos y gastos necesarios para el ejercicio de sus funciones». La propuesta de Rubalcaba sería, sin duda, fuente de litigios entre la administración central y las comunidades.
«Razonable homogeneidad»
En todo caso, el candidato socialista asegura que se puede hacer y que es una mera cuestión de voluntad política. «Conseguiríamos una razonable homogeneidad en el conjunto del Estado», alegó. Las que antaño fueran palabras malditas -uniformidad y homogeneidad quedaron excluidas del lenguaje socialista tras la trifulca de la Loapa en los años 80- parecen ahora bienvenidas en el PSOE.
Los socialistas necesitan evitar la fuga de votos en todas las direcciones; hacia el PP, hacia Izquierda Unida y también hacia UPyD. Una parte del discurso de esta última formación engancha bien con los postulados del electorado socialista más jacobino. Las encuestas indican que crecerá considerablemente en los núcleos urbanos y que, especialmente en Madrid, se disputa con la coalición de Cayo Lara los votos que pierde el partido gubernamental.
A cuestionar la utilidad de IU para poner freno a un Ejecutivo conservador ya ha dedicado mucho tiempo la campaña de Rubalcaba. Son varios los dirigentes socialistas, desde el andaluz José Antonio Griñán, al extremeño Paco Fuentes, pasando por Felipe González, que han recordado la 'pinza' de Julio Anguita y José María Aznar entre 1993 y 1996 o el más reciente acuerdo de gobierno en Extremadura, para acusarle de colaborar con el PP a la menor oportunidad.
Paradójicamente, Felipe González lo hizo el domingo en Zaragoza donde el socialista Juan Alberto Belloch logró conservar la alcaldía, tras las elecciones del 22 de mayo, gracias a los apoyos de Izquierda Unida y la Chunta.
Mirada a la izquierda
En la recta final de campaña, y con todo en contra, el aspirante socialista no quiere escatimar esfuerzos. «Cuando a uno le van mal las encuestas, hay que trabajar muchísimo más», defendió ayer. Su jornada maratoniana comenzó en la sede del sindicato UGT. No logró que Cándido Méndez le explicitara su apoyo, pero al menos sí le arrancó una comparecencia conjunta en la que uno y otro pusieron de manifiesto la sintonía de sus planteamientos, sobre todo, en lo que respecta a la necesidad de relajar el ritmo de reducción de déficit impuesto por la UE. «UGT mantiene la autonomía política, pero sí queremos que los electores conozcan nuestras propuestas y puedan contrastarlas; la sociedad española es suficientemente madura», adujo el líder sindicalista. Suficientemente claro como para poder ser interpretado como un guiño al electorado de izquierdas.