La especulación se ceba con España y lleva la prima de riesgo a máximos
El indicador, que mide la falta de confianza en la deuda soberana, rompió su récord de la era euro en una jornada pésima para las Bolsas
MADRID. Actualizado: GuardarLa jornada de ayer sirvió para demostrar, una vez más y con toda crudeza, que los llamados mercados son implacables. Nada les vale a los inversores. Nada frena su voracidad. Ni el cambio de Gobierno en Italia, con la salida de Silvio Berlusconi y la llegada del tecnócrata Mario Monti, ni el aterrizaje de Lukas Papadimos en Atenas para resolver la tragedia griega. Tampoco la inminencia de unas elecciones generales en España que todas las encuestas visten de un cambio de partido en el Gobierno. Han mordido a su presa y no la van a soltar. La prima de riesgo española rompió todos los registros al superar con creces los 430 puntos básicos.
Cuando se esperaba una cierta tranquilidad, se desató la tormenta. La prima de riesgo española se disparó a máximos desde la llegada del euro y rompió todos los récord alcanzados en momentos que se suponían mucho más complicados. A media tarde, y con la Bolsa ya cerrada, el rendimiento del bono español a diez años en el mercado secundario ascendió al 6,12%, mientras el coste su homólogo alemán (el llamado 'bund', que se ha convertido casi en el único valor refugio en toda esta crisis) menguaba al 1,77%. La consecuencia fue fatídica.
La tan manida prima de riesgo, que no es otra cosa que el diferencial entre ambos tipos de interés, se disparaba hasta 435 puntos básicos. Un nuevo máximo en la era euro, que empequeñece los registros de los últimos episodios de la crisis de deuda europea cuando, por ejemplo, Italia se tambaleaba con Berlusconi aferrado a su asiento o el plan de rescate de Grecia hacía aguas ante la falta de consenso.
El escenario es más que peligroso, pues el Tesoro tiene anunciadas para esta semana dos nuevas subastas. En concreto, dos adjudicaciones (hoy y el jueves) de entre 2.500 y 3.000 millones de euros en letras a 12 y 18 meses, y de entre 3.000 y 4.000 millones en obligaciones a diez años. Todo un reto. El coste medio de la deuda española es aún asumible, pero si se mantiene la desconfianza en los mercados, los números pueden torcerse y complicar aún más la consecución de cualquier objetivo de déficit.
Detonante
El castigo llegó a media mañana, después de un comienzo de jornada relativamente benigno. El detonante fue una pésima subasta de 3.000 millones de euros en bonos a cinco años por parte del Tesoro italiano, que tuvo que pagar un 6,29% frente al 5,3% que se le exigió en los mercados hace apenas un mes. La demanda fue muy escasa, de apenas 1,47 veces la oferta. Esa rentabilidad es insostenible para cualquier gabinete, incluido el que reúna Mario Monti, y se suma al 6,087% que Roma tuvo que pagar la semana pasada por emitir letras a un año. La prima de riesgo italiana aumentó hasta el entorno de los 500 puntos, aún por debajo de los 574 que marco en el momento más duro de la 'crisis Berlusconi'.
Estos números esconden una falta de piedad por parte de los inversores, que colocan a los Gobiernos de los países en problemas -los que hubo o los que llegan para 'solucionar' los problemas- en un bucle sin fin. Como los ratones que corren sin parar en su rueda en busca de un queso que nunca logran atrapar.
En las Bolsas, que amanecieron en verde, el día no fue mejor. El Ibex cayó un 2,15% y lideró los retrocesos. Indra (4,3%) y ACS (3,3%) fueron los mayores damnificados mientras los grandes valores (Santander, BBVA y Telefónica) se dejaron un 2,7%, un 3,2% y un 2,2%, respectivamente. El resto de los recortes en el Viejo Continente fueron del 2% de Milán al 0,5% del Footsie londinese. En medio, el Dax alemán (1,2%), el CAC 40 de París (1,3%) o el 1,4% del Eurostoxx50.
El desconcierto encontró poderosos puntos de apoyo, como el mensaje de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), la francesa Christine Lagarde, quien afirmó que «sin una solución a la crisis de la eurozona, la economía internacional se verá arrastrada a una espiral de colapso de la confianza, un crecimiento más débil y poca creación de empleo».
O el lanzado por Warren Buffet. El 'Oráculo de Obama', uno de los principales inversores del mundo, se explayó para subrayar la falta de liderazgo en Europa y el peligro que supone, a su juicio, el que -a diferencia de EE UU- el BCE no pueda reactivar la economía con la 'máquina de imprimir billetes'.