Rubalcaba recurre al miedo a Aznar para arañar votos entre los indecisos
El candidato socialista echa el resto en la última semana de campaña con mini actos en pueblos de paso hacia los mitines
ZARAGOZA. Actualizado: GuardarEncuestas demoledoras a una semana de las elecciones y el PSOE desentierra a José María Aznar. Los sondeos publicados el domingo demuestran que la campaña de perfil bajo de Mariano Rajoy está siendo eficaz para disuadir aún más a un electorado «cabreado» -la palabra es de Felipe González- con la gestión del Ejecutivo. El líder del PP no da miedo. Por eso, tanto el expresidente del Gobierno como Alfredo Pérez Rubalcaba se afanaron ayer en identificar al candidato popular con su antecesor. Hasta el punto de tildarlo de muñeco de trapo en manos del 'halcón' popular.
Los dirigentes socialistas admiten abiertamente que el que fuera presidente del Gobierno entre 1996 y 2000 se ha convertido para ellos una fuente de «satisfacciones»; dicho de otro modo, que, con su discurso agresivo, da más munición que nadie a su estrategia electoral. Y en un momento en que es necesario echar el resto, conviene tenerlo a mano.
Lo hicieron en Zaragoza, escenario de uno de los pinchazos de público más sonados de la campaña de las autonómicas. Esta vez, el partido no se atrevió a intentar llenar la plaza de toros y se conformó con el Palacio de los Deportes, un recinto más modesto con capacidad para unas 5.000 personas.
«En Europa saben que no pinta nada y lo que me preocupa de verdad es que el único sitio en el que sigue pintando es en (la sede del PP) Génova», arguyó Rubalcaba. Es habitual que en sus mítines tache al presidente de honor del PP de irresponsable por afirmar sin ningún pudor que España está poco menos que en bancarrota, una afirmación peligrosa en momentos de gran volatilidad en los mercados.
«Cuando vi a Rajoy leyendo en el debate inmediatamente pensé '¿quién se lo habrá escrito?' y vi detrás a Aznar; me preocupa mucho que Mariano Rajoy sea el ventrílocuo de Aznar», insistió. En realidad quería decir lo contrario, pero la imagen se entendió.
González, implicado de hoz y coz en el proyecto del candidato socialista, ya había empleado antes la misma medicina. «Yo estoy a tus órdenes; no te doy órdenes». O sea, no como Aznar a Mariano Rajoy.
Esfuerzo extraordinario
El veterano dirigente se ha convertido en el mejor activo de la candidatura de Rubalcaba desde que en la Conferencia Política del 30 de septiembre se ofreció a «agitar» a un partido que, decía, se había rendido de antemano. El de ayer fue el último acto de campaña en el que compartió escenario con él. Y de nuevo fue la estrella.
El exministro Juan Alberto Belloch, uno de los pocos alcaldes socialistas que quedaron en pie tras los comicios de mayo, le dio incluso el título de «mejor político del siglo XX» y «referencia máxima de la socialdemocracia en España, Europa y el mundo». Y fue tan lejos en su viaje al pasado que incluso llegó a decir que «el registrador (Rajoy)» no puede gobernar porque será un «títere» del presidente francés, Nicolás Sarkozy, «y de Kohl», el canciller alemán durante los años de gobierno de González. Obviamente, hablaba de Angela Merkel.
En su intento de mejorar el ánimo de los presentes y hacerles olvidar los sondeos, también recordó la época de los GAL. «Luchamos juntos para intentar atajar la conspiración mediático político delirante del año 96», dijo el alcalde. El año, por cierto, en el que las encuestas daban a Aznar una ventaja similar a la que ahora saca Rajoy a Rubalcaba y terminó ganando por solo 300.000 votos. Algo que el expresidente recuerda una y otra vez.
Los socialistas afirman tener datos que indican que las cosas están mejor de lo que aparentan. Es lo que reflejan, dicen, sus encuestas de más de mil entrevistas diarias. Sea estrategia o hecho cierto, el caso es que el candidato socialista ha decido hacer un esfuerzo final extraordinario y ha sumado pequeños actos de tan solo 20 minutos a su actividad diaria.
Ya no se limitará a dos o tres mítines diarios en ciudades clave, sino que parará en distintos pueblos que queden en su ruta para intentar un contacto más directo y más cercano con sus votantes.