ENCUESTAS
Actualizado: GuardarNo por esperadas la desmoralización y la alegría fueron menores. Las últimas encuestas certificaron lo que todo el mundo pensaba, paseo militar del PP y caída imparable del PSOE. En el cuartel electoral socialista desayunaron sapos al ver los periódicos de ayer mientras que en el estado mayor popular aún resuenan los taponazos del cava. El domingo, salvo sorpresa mayúscula, el PP va a obtener el mejor resultado de su historia, y el PSOE es muy posible que tenga el peor de los últimos 34 años.
La campaña, lejos de menguar la diferencia, la ha agrandado. Los socialistas habían depositado su fe en estos 15 días de mítines, convencidos de que su candidato era mejor que Mariano Rajoy. Estaban convencidos de que Alfredo Pérez Rubalcaba iba a ganar el debate. Y no fue así. Estaban convencidos de que las dotes pedagógicas de su líder tendrían un efecto taumatúrgico en su alicaído electorado. Y no fue así. Estaban convencidos de que tenía más tirón entre la ciudadanía. Y no fue así. En definitiva, estaban convencidos de tener mejor candidato. Y ha resultado no ser así.
Dice Felipe González que en 1996 le faltó un debate, una semana más de campaña para ganar a José María Aznar. En esta campaña, como dure un poco más Rajoy se sale del mapa y Rubalcaba se cae del mismo. Todos los sondeos muestran el progresivo deterioro de los socialistas y el afianzamiento del PP. Ya solo se discute el tamaño de la mayoría absoluta y la severidad de la derrota.
En el PSOE dicen que acortan distancias, que han logrado movilizar a los suyos. ¡Qué van a decir! Pero por si acaso muchos han empezado a poner el ojo en el día después, en el congreso del partido que reorganizará el poder interno. Vienen días de cuchillos.
En el PP han levantado el pie del freno de la cautela. Hasta el candidato, tan medido siempre, se ve ganador y lo dice.