Ciudadanos

Piden 22 años de prisión para dos atracadores de un banco de Cádiz

El asalto, en la sucursal de Cajasol de Astilleros, fue obra de miembros de la organización mafiosa de Calabria, la Ndrangueta

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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En 2009 fueron los Carmona y, un año después, la mafia de la Ndrangueta. Noviembre, sin duda, ha sido un mes negro para la oficina de Cajasol de la barriada gaditana de Astilleros, que ha sufrido sendos atracado en los dos últimos años, siempre en el mismo mes. El último palo fue obra supuestamente de tres italianos relacionados por el grupo criminal de Calabria. Se llevaron más de 23.000 euros en un profesional golpe, en el que utilizaron un cúter de gran tamaño para amenazar a los trabajadores.

El próximo 22 de noviembre, los tres italianos serán juzgados en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cádiz, acusados del robo en Cajasol y otro atraco en una oficina de Correos que supuestamente cometieron dos de ellos en Torremolinos (Málaga) en enero de 2011, de nuevo con un cúter. La Policía Nacional detuvo a los dos italianos cuando viajaban a Fuengirola en un taxi.

Otros palos

El tercero -Roberto P.- fue arrestado al día siguiente en Almería, donde iba a «realizar un trabajo», «tras una ardua labor de investigación y seguimiento» de la Policía, según recoge en su escrito de acusación la Fiscalía, que pide para los dos primeros 22 años de prisión y 17 años para el último, pues no participó en el robo de Málaga. En concreto, el Ministerio Fiscal solicita cinco años de cárcel por el «robo con violencia e intimidación» de Cádiz. Por el atraco malagueño, otros cinco. Y añade seis años más para cada acusado por un delito de detención ilegal, ya que al menos en la entidad bancaria retuvieron a los trabajadores durante unos minutos.

Aquel 15 de noviembre de 2010 era lunes y a las 14.05 horas de la tarde no había ya ningún cliente dentro de la sucursal de Cajasol. La oficina estaba cerrada, así que Mattia S. y Andrea M. llamaron al timbre, haciéndose pasar supuestamente por unos clientes que acudían a última hora y necesitaban con urgencia hacer una operación. Una empleada picó el anzuelo y les abrió la puerta. En ese momento, entraron los tres de manera violenta. Mattia y Andrea iban a cara descubierta. Roberto, en cambio, llevaba una gorra y un pañuelo, porque en España ya tenía antecedentes penales y no quería ser identificado.

Uno de los atracadores -la Fiscalía no aclara cuál- sacó el cúter y lo blandió delante de la empleada, para que les abriera paso. Todo estaba preparado, pues según la Fiscalía los italianos «colocaron en la puerta un cartel de plástico adhesivo para indicar que el local está cerrado». Además, obligaron a la empleada a que hiciera gestos a un par de clientes que llegaron durante el atraco, para decirles que estaba cerrado.

De inmediato se dirigieron al director de la sucursal, al que pusieron el arma «a escasos centímetros de su cara», mientras le pedían todo el dinero. Los empleados trataron de convencerlos de que los cajones tenían un retardo de seguridad de 10 minutos, y que tendrían que esperar con el riesgo de que llegara la Policía. Pero al parecer no les importaba. Decidieron esperar e incluso intentaron calmar a sus rehenes diciéndoles que «no pasaba nada», que «solo era dinero», que se tranquilizaran. Cuando tuvieron el dinero, retiraron los teléfonos móviles de los trabajadores, que encerraron en el despacho del director para huir después.