Para recortes, la guillotina
Actualizado: GuardarAhora que la ocurrencia de los test de estrés sólo provocan risa y que ya no sólo los llamados «pigs» sudan tinta en su corral, si no que Francia intenta tapar sus miserias con un plan que nadie sabe si es hundir a Europa al doble de velocidad o lo que se le ocurra ese día a la almohada de Merkel, debemos recordar que estas políticas que tan alegremente están recortando no ya derechos, si no el futuro de usted (por personalizar, vamos) y el de sus hijos, van a generar un clima de violencia aún mayor que el vivido en la propia Francia con sus barrios periféricos ardiendo hace un par de años o el vivido en la Gran Bretaña en estado de sitio y con los jóvenes incendiando grandes almacenes. Volviendo a Francia, hay que recordar que el recorte de cabezas no produjo gran avance social, si no la adopción de tres principios que el mercado rechaza: libertad, igualdad y fraternidad. ¿Cuánto duraría en el cargo un presidente de un banco proponiendo estos principios ante los accionistas? Aquella sociedad entró en una espiral de violencia debido a una diferencia abismal entre la clase alta y la baja. Y fue sólo no hace más que un par de siglos mal contados en esta Francia que parece no entender que recorte a recorte se aproxima a cada país al abismo de la pobreza extrema de una gran parte de la población que tarde o temprano se organizará contra los que han permitido que el mercado sea libre y ellos esclavos. Lo dijo José Saramago (casi excomulgado post mortem por el Vaticano) cuando respondió a analistas económicos: se están quedando ustedes en la epidermis, la crisis no es económica, es de moral.