Fracaso de ETA
Actualizado: GuardarLas últimas manifestaciones públicas de ETA afianzan la convicción de que la banda terrorista está escenificando su particular adiós a las armas como un proceso irreversible del que trataría de obtener réditos que justifiquen su propia trayectoria. Desde esa misma convicción los dirigentes políticos y los candidatos optaron ayer por valorar las declaraciones de ETA de manera lacónica, no solo para evitar hacerle el juego electoral a la izquierda abertzale que saludó las mismas con alborozo, sino sobre todo para eludir la toma en consideración del marco de negociaciones que la banda pretendería establecer con los Gobiernos español y francés. Un marco de negociaciones sobre la liberación de los presos, la inutilización de las armas que posee la banda y la «desmilitarización de Euskal Herria» al que las instituciones solo pueden responder con el mutismo de ayer. Pero la satisfacción ante este nuevo tiempo no puede derivar ni en una mirada indulgente hacia el pasado etarra ni en una lectura condescendiente del relato con el que tratan de explicar su cruel trayectoria y su fracaso final. El empeño etarra por recrear la historia reciente, demandando la «desmilitarización» para así avalar su caracterización del «conflicto» como un largo período de «confrontación armada», forma parte de ese mismo fracaso.