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EE UU investiga una morgue militar en la que mutilaban a los cadáveres

Decenas de cuerpos de combatientes fueron cercenados o se tiraron a vertederos sin la aprobación de sus familiares

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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La celebración del Día de los Veteranos en Estados Unidos -22,5 millones de personas gozan de esa consideración- aparcó ayer momentáneamente la fuerte polémica por el manejo de cadáveres de militares estadounidenses que ha llevado al banquillo de los acusados de la opinión pública a destacados miembros del Ejército. Que algo tan sagrado como los cuerpos de los combatientes fallecidos hallan sido mutilados en el principal tanatorio de la Fuerza Aérea o que las cenizas de algunos se hayan esparcido en un vertedero sin consultar a sus familias ha movilizado a la Casa Blanca y al propio Congreso.

El secretario de Defensa, León Panetta, ha ordenado investigar la gestión de la morgue militar de Dover, a la que llegan los cadáveres de los soldados muertos en Irak y Afganistán, así como revisar si son suficientes las penas impuestas a los responsables de la manipulación de los restos sin consentimiento de las familias. «Ninguno de nosotros quedará satisfecho hasta que no hayamos demostrado a los familiares de nuestros héroes caídos que hemos tomado todas las medidas posibles para proteger el honor y la dignidad que sus seres queridos merecen», declaró Panetta. Más alto apunta la Comisión de Servicios Armados del Senado que esta semana interrogó al máximo responsable de la Fuerza Aérea, el general Norton Schwartz, acusado de no haber detectado una práctica llevada a cabo de manera frecuente entre 2003 y 2008.

La situación no deja de ser complicada porque esta práctica estaba limitada a partes del cuerpo que las familias de los soldados muertos no querían recibir. Muchas veces llegaban a la morgue después de que los allegados habían dado sepultura al ser querido, no sin antes haber solicitado a los militares que se hicieran cargo de esos miembros. El problema es que las familias nunca fueron informadas de los métodos utilizados para deshacerse de ellos.

Un responsable de la Fuerza Aérea ha asegurado que las partes del cuerpo eran cremadas en primer lugar y luego entregadas a una empresa privada que las incineraba antes de tirarlas a un vertedero de basura. Este responsable explicó a 'The Washinton Post' que desconocía por qué era necesario este procedimiento. Según un informe divulgado por el Ejército, al menos tres altos oficiales del mortuorio de Dover estaban al tanto de los restos humanos «perdidos» pero no hicieron nada para arreglar un sistema tan chapucero. Los tres militares, que han sido acusados de manejar las instalaciones de manera burda, fueron expedientados pero no despedidos.

Violación de normas

Desde el Congreso los castigos se ven insuficientes, mientras que un organismo independiente de vigilancia federal insiste que los investigadores deberían haber presionado más para hallar a los culpables. Amparado todavía por el paraguas de Panetta, Schwartz justificó la decisión de no despedir a los tres supervisores porque «si bien su actitud violaba las normas, no se ha detectado que actuaran de manera deliberada».

Otros funcionarios militares ponen el acento en que los incidentes son resultado de la tensión generada al manejar miles de cadáveres, algunos con heridas horribles, lo cual dificulta preparar adecuadamente los restos para el entierro. Entre los casos divulgados, los responsables de la morgue perdieron tres miembros de soldados muertos, que no notificaron a las familias, y en otro caso, el brazo de un marine fue desmembrado con un hacha para poder colocarle el uniforme sin pedir autorización a su familia.

'The Washington Post' publicó las declaraciones de Gari-Lynn Smith, que perdió a su esposo en Irak en 2006. «Mi única forma de tener paz tras perder a mi marido es que iba a ser trasladado a Dover y que sería tratado con dignidad, amor, respeto y honor», comentó. «Me quedé destrozada cuando me dijeron que fue tirado a la basura», añadió.