Sociedad

Los políticos con vocación musical no son una rareza, pero el líder indonesio, Susilo Bambang, destaca: ha editado cuatro discos desde que está en el cargo

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Gobernar Indonesia tiene que ser una tarea complicada. Hablamos de un país de 13.000 islas con 237 millones de habitantes, de los que el 40% sobrevive con menos de dos dólares diarios. Las infraestructuras no dan de sí, la corrupción mantiene la pujanza de antaño, el extremismo islámico ha arraigado en la sociedad y los conflictos territoriales proliferan. Así que el presidente, quizá un poco harto de que se le resista la armonía ansiada por sus ciudadanos, acaba de editar un disco con ese título: 'Harmoni', el cuarto de su carrera, con ocho composiciones propias en la voz de varias estrellas nacionales de la canción. «La armonía es la cima de las aspiraciones, expectativas y sueños de cualquier líder», reflexiona en la carátula el propio jefe de Estado, Susilo Bambang Yudhoyono. Los opositores han vuelto a espantarse ante su afición a escribir tonadas sentimentales, por considerarla impropia de un hombre con cometidos tan importantes, e incluso han traído a colación la imagen de Nerón tocando la lira mientras se quema Roma, pero los ministros han corrido a sacarle la cara: «El presidente está enviando su mensaje a través de canciones y así el público no se aburre -ha aplaudido el titular de Energía-. Los indonesios no responden bien a los discursos».

La verdad es que, según apuntan los expertos, la política en esta parte de Asia siempre ha tenido cierto aire de espectáculo, desde tiempos de los antiguos sultanes. Esa tradición cuadra bien con la costumbre de cantar que existe dentro del Ejército, de donde proceden bastantes de los políticos actuales. Yudhoyono, a quien los indonesios suelen referirse como SBY para abreviar, es uno de esos soldados reconvertidos y multidisciplinares, pero no el más llamativo: entre sus rivales en pasadas elecciones destacaba Wiranto -como ocurre a menudo en este país, ese es su nombre completo, sin apellidos-, un general acusado de graves violaciones de los derechos humanos en Timor Oriental. Pues bien, Wiranto también canta, y con buena voz. Su disco de temas de amor, editado en 2000, dio lugar a una de las frases más memorables de la historia de la crítica musical: «De todos los maniacos genocidas vivos -escribió el autor de una reseña-, Wiranto es sin duda el mejor cantante».

Pero volvamos a SBY y su tozuda vocación musical. El presidente tocó el bajo en un grupo cuando estudiaba en el instituto y, en sus tiempos de candidato, acudió como invitado al programa 'Indonesian Idol', pero su debut discográfico se produjo ya en el cargo, cuando todo el mundo le suponía absorbido por dirigir la cuarta nación más poblada del mundo. En 2006 publicó 'Rinduku Padamu', algo así como 'Mi anhelo de ti', y desde entonces no ha parado, con los álbumes 'Adelante, país mío', 'Sé que lo lograré' y el recién editado 'Armonía'. Los títulos ya dan una pista de que no se dedica precisamente al 'black metal': las canciones de SBY tienden a lo dulzón y lo hipersensible, con temas como la añoranza del amor, los recuerdos de la infancia, la emoción ante el nacimiento de hijos y nietos o el sufrimiento de los niños afectados por desastres naturales.

El presidente tarda entre una hora y dos horas y media en componer una canción y se acompaña a la guitarra: posee en su colección alguna pieza muy hermosa, como una acústica Blueberry fabricada artesanalmente para él, con sus iniciales en el mástil y la imagen de tres búfalos en la tapa. «El búfalo es su signo zodiacal. El cuerpo del instrumento es de abeto de Alaska y palo de rosa balinés, mientras que el mástil, el puente y el clavijero son de ébano», ilustra Danny Fonfeder, de la casa Blueberry. Para que la inspiración no le pille desprevenido, SBY viaja siempre con alguna guitarra en el equipaje. De hecho, parece propenso a súbitos arranques de creatividad cuando se encuentra en el extranjero. En Australia completó una canción durante una cumbre económica, se supone que en los ratos libres. En Perú, acometido por las nostalgias de la patria, escribió 'Mi alma se iluminó aquella noche', una oda a la belleza de Indonesia. Y la conferencia climática de Oslo le motivó para crear un himno medioambiental que interpretó en público en la misma capital noruega, socorrido por el ministro de Deportes en las tareas vocales. «De vez en cuando, tengo que expresar mis sentimientos de forma artística», ha explicado.

El rey del saxo

Susilo Bambang Yudhoyono eleva a un nivel superior las aspiraciones musicales de algunos políticos: editar cuatro discos en un lustro sugiere una dedicación mucho mayor que la de ilustres aficionados como el saxofonista Bill Clinton, el guitarrista Tony Blair o la pianista Condoleezza Rice. Sí puede retarle en términos de productividad Silvio Berlusconi, hombre renacentista que, entre sus múltiples compromisos, ha sacado huecos para confeccionar varios álbumes a medias con el cantante y guitarrista Mariano Apicella, al que conoció en un hotel de Nápoles donde trabajaba de aparcacoches. El dúo, en el que el primer ministro desempeña la función de letrista, debería haber lanzado en octubre su cuarto 'opus' compartido, 'El verdadero amor', pero el disco se ha retrasado por sospechosos «problemas técnicos» en plena debacle de 'il Cavaliere'. Otro caso notable es el veterano monarca tailandés, Bhumibol, que ha pasado buena parte de sus 83 años de vida y sus 65 años de reinado soplando el saxofón y el clarinete: ha firmado decenas de composiciones y se le puede ver en YouTube interpretando unas variaciones sobre 'Georgia On My Mind', aunque el momento cumbre de su carrera jazzística se produjo cuando, en una visita oficial a Nueva York, tuvo ocasión de participar en un par de 'jam sessions' con el coloso del swing Benny Goodman.

La otra variante de este vínculo entre dos mundos son los músicos que se han metamorfoseado en políticos, como el ministro australiano Peter Garrett, que antes de asumir responsabilidades públicas se hizo famoso como el altísimo y calvísimo vocalista del grupo de rock Midnight Oil. Una senda similar ha recorrido la incorporación más reciente a esta selecta nómina: el cantante y teclista Michel Martelly, apodado 'Sweet Micky', es uno de los grandes renovadores del 'compas' haitiano, un estilo festivo y caliente que se emparenta con el merengue y otros ritmos caribeños, pero desde mayo de este año afronta un reto mucho más peliagudo que el de hacer bailar a su público. El dulce Micky, intérprete de éxitos como 'Cocorico', es el nuevo presidente de Haití, y no se sabe si esa encomienda tan exigente le dejará tiempo y ánimo para menear las caderas. Eso sí, no reniega de su historia: en la reciente visita de la reina Sofía, Martelly recurrió a su propia música como ambientación de fondo para la cena oficial y obsequió a la invitada con un lote de sus discos.

Porque, en ocasiones, estas dos vocaciones dispares se alimentan mutuamente. Mañana comenzarán en Indonesia los Juegos del Sudeste Asiático, la gran competición deportiva de la región, y en la ceremonia de apertura sonará la canción 'Unidos y progresando'. Su compositor, cómo no, se llama Susilo Bambang Yudhoyono, de oficio presidente, y los arreglos han corrido a cuenta del mismísimo titular de la cartera de Comercio, que también es productor de jazz. «He dedicado varios días a esta importante canción», ha declarado el ministro, entre la chulería y la coba. ¡A ver si va a ser verdad, como critica la oposición, que estos muchachos se están distrayendo demasiado!