Rajoy promete llegar llorado a la Moncloa pese a que teme lo peor
Asegura que no se quejará de la herencia porque los ciudadanos esperan «que resuelva los problemas, no que se los cuente»
Actualizado: GuardarLos presidentes autonómicos, sobre todo los que accedieron a sus cargos en mayo, llevan meses lamentando, a modo de letanía, la «dramática» situación económica que heredaron de sus antecesores en el cargo. «No quiero cansar con mis problemas, ya vengo llorada de casa», glosó una Luisa Fernanda Rudi, presidenta de Aragón. Una expresión que luego han repetido otros referentes del partido.
Mariano Rajoy también quiere llegar llorado a la Moncloa pese a que teme que la situación sea incluso peor a la que sostiene el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. «No me voy a quejar de la herencia que reciba, porque si los españoles quieren que yo gobierne es para que resuelva problemas y no para que se los cuente», dijo en la entrevista que concedió a Antena 3.
El ritmo de la campaña electoral propició que, a la misma hora en que ayer se emitió la entrevista, las nueve de la noche, Rajoy ofrecía un mitin para unas 4.000 personas en la localidad mallorquina de Inca.
El aspirante popular mira por el retrovisor la evolución de la crisis griega y, sobre todo, de la italiana. Rajoy sabe que si, tal como apuntan todas las encuestas, gana las elecciones del próximo 20 de noviembre, será él quien deba gestionar las consecuencias de la onda expansiva de esta nueva convulsión que amenaza seriamente la continuidad del euro. «Los dirigentes políticos estamos para eso», remachó. Es más, se comprometió a dejar «a los que nos sustituyan dentro de mucho tiempo, una España mejor que la que ellos nos dejan».
El aspirante popular, que hace meses que dio por amortizado a José Luis Rodríguez Zapatero como rival político, señaló a Alfredo Pérez Rubalcaba como uno de los principales responsables de los 700.000 millones de euros que debe España como país, incluido «un pufo de 20.000 millones en el sector eléctrico».
Ese «personaje»
No lo citó de manera explícita, pero tildó al candidato socialista «como el hombre que nunca estuvo aquí». A juicio de Rajoy, Rubalcaba, al que llamó «personaje» en otro momento, debería dedicar sus intervenciones «a explicar cómo han gobernado para que España esté en la situación en la que está y dar respuesta de su gestión» en lugar a «hablar de mí, y no muy bien por cierto».
Tal vez no pueda utilizar el mismo argumento en otras comunidades autónomas, pero en Baleares hizo gala de la gestión de su presidente, José Ramón Bauzá, para explicar cómo se lograr controlar el déficit sin tocar las políticas sociales. «Me enorgullece que me digan por ahí que tenemos un gran presidente en Baleares», declamó Rajoy sobre Bauzá. Rajoy, además, empleó la gestión de gobierno de Bauzá para intentar ahuyentar las dudas que quiso sembrar Rubalcaba sobre los recortes en educación y sanidad que, a juicio del candidato socialista, sí acomete el PP en otras comunidades donde gobierna como Madrid, Castilla-La Mancha o Valencia.
Rajoy, ya en clave interna, agradeció a Bauzá haber enderezado el rumbo del partido en esta comunidad autónoma, muy tocado tras los presuntos casos de corrupción que protagonizó el expresidente Jaume Matas. «Ha apostado por la regeneración política y por cuadrar las cuentas», enfatizó.
Rajoy mira con cierta ansiedad las hojas del calendario. Se siente presidente, pero aún restan once días para unas elecciones que le podrían otorgar uno de los mayores respaldos populares en la historia reciente de España. Poco a poco va venciendo su hermetismo inicial y ya comienza a esbozar cómo será su Ejecutivo. Sigue sin soltar nombres, pero indicó que quiere «ministros y ministras competentes que conozcan las materias y la realidad». Su estreno en el gabinete será elaborar un plan para afrontar la crisis que, según Rajoy, se conocerá en los primeros cien días de Gobierno y que incluirá «medidas y calendario».
Una celeridad que da la razón a José María Aznar, que el martes en Valladolid auguró que Rajoy no tendía «ni los cien días de gracia». El líder del PP matizó que no se trata de hablar de 100 días, 90 o 80. «Sí es muy importante mandar con rapidez un mensaje que genere confianza tanto dentro de España como fuera de España, donde tenemos muchas dificultades con nuestra financiación», abundó.