Rajoy augura al PSOE una larga travesía en el desierto «por su incapacidad»
El líder del PP confesó sentirse «cómodo» en el debate y lamentó que Rubalcaba se dedicara a «amenazar con todos los males del infierno»
MELILLA / MÁLAGA. Actualizado: GuardarSereno y prudente. Así quiso mostrarse Mariano Rajoy el día después de solventar el cara a cara con Alfredo Pérez Rubalcaba o, lo que es lo mismo, su último gran escollo para llegar a la Moncloa el próximo día 20. Pero la satisfacción que rezuma el líder del Partido Popular -sensación que comparte plenamente su equipo de colaboradores- deja en evidencia que los populares dan ya prácticamente por finiquitada la campaña electoral.
Pruebas hay muchas. Javier Arenas, vicesecretario de política autonómica y municipal, presentó a Rajoy en el mitin que protagonizó ayer en Málaga con un lacónico, pero muy significativo «os dejo con el presidente». Rajoy tampoco se anduvo por las ramas. «Cuando esté allí (en referencia a la Moncloa) veré lo que hay y le diré la verdad a los españoles». Se atrevió, incluso, a definir el cambio que promulga el lema popular como la necesidad de afrontar la vida política «con otro talante». El propio Rajoy reconoció lo «curioso» que resultaba emplear una de las expresiones que se convirtió en 2004 en uno de los gritos de guerra que llevó a José Luis Rodríguez Zapatero a la Moncloa.
Si antes del debate Rajoy jugaba a mantener la ventaja de más de 15 puntos que le otorgan las encuestas, a partir de ahora la táctica será dejar que corra el reloj sin arriesgar lo más mínimo. Considera que tendrá suficiente con arengar a su electorado para evitar la desmovilización e intentar arañar más votos de los «engañados» por el PSOE. Confesó que se siente «con más ganas que nunca» porque también se considera «más preparado que nunca». Agradeció a los asistentes «la fuerza que me dais» y aseguró que juntos «vamos a cambiar las cosas» para sacar a España de la crisis.
Rajoy retomó ayer su agenda electoral con dos paradas, una matinal en Melilla y un mitin por la noche ante más de 4.000 personas en Málaga. A su llegada a la ciudad norteafricana, al líder del PP se le notó más relajado y alegre que días atrás. Hasta el punto que rompió la tendencia y conversó de manera informal con los periodistas. Los informadores quisieron saber si se sintió cómodo en su tercer debate televisivo (los dos anteriores se enfrentó a Rodríguez Zapatero). Tras asentir con la cabeza, matizó: «Aunque no es lo mismo ir a un debate que a un partido de fútbol».
Durante su breve charla confesó que sí estaba preparado para la «agresividad» de su oponente. «Él hace su campaña y su campaña es amenazar con todos los males del infierno», espetó. Se mostró orgulloso de haber ido a lo suyo y lograr «transmitir que se necesita un cambio para generar empleo».
Rajoy, fiel a su estilo de hacer política, consideró subjetivo eso de las victorias y las derrotas en debates. Por ello, anunció que mantendrá su hoja de ruta en una campaña «sin insidias». Reiteró que la cita del 20-N será distinta y especial, por el momento «tan difícil» que atraviesa España. «Esto no es un lío entre partidos, los socialistas vuelven a lo de siempre, con un discurso que no es del siglo XXI, hablan de que hay dos modelos, pero lo que aquí hay es un problema», explicó.
A Rubalcaba solo le pidió que trate a los españoles «como lo que son, personas adultas e inteligentes» y que no insista en desacreditar a aquellos que opten por votar al PP.
A la comitiva de Rajoy se ha unido su esposa, Elvira Fernández, que ha pedido una excedencia temporal en su empresa (Telefónica) para acompañar a su marido en la recta final de campaña.
Velocidad de crucero
El aspirante popular quiere mantener esta velocidad de crucero hasta el 20-N, pero sin descuidar a sus adversarios políticos. Aseguró que España «no tiene futuro» ni con las «ideas ni con las formas» de los socialistas. Rajoy fue más allá y solicitó a los ciudadanos que, con su voto, impidan que el PSOE gobierne en España «en una larga temporada, por su incapacidad». Auguró, de esta manera, una larga travesía en el desierto para unos socialistas a los que tildó de «incorregibles» por haber dejado al país con una tasa de paro por encima del 20%, «lo mismo que hicieron en 1996», en alusión al número de parados que se encontró José María Aznar cuando llegó a la Presidencia hace ahora quince años.
El discurso de Rajoy, por lo demás, se mantuvo en los parámetros previstos. Defendió que mantendrá el actual estado del bienestar, mejorando incluso los sistemas de educación, sanidad y pensiones. «Y no admitimos lecciones de nadie», remachó en respuesta a las dudas que intentó sembrar Rubalcaba durante el debate sobre el supuesto programa oculto del PP.