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Un disparo mortal a 700 metros
Su cuerpo llegó ayer a la Base de Torrejón, donde le despidieron autoridades militares y civiles, y hoy será enterrado en Córdoba El sargento Moya repelía tumbado un ataque cuando le alcanzaron en el cuello
MADRID. Actualizado: GuardarEl sargento primero Joaquín Moya Espejo, fallecido anteayer en Afganistán, repelía tumbado un hostigamiento de los insurgentes en la localidad de Ludina, en el oeste del país, cuando se produjo la desgracia. Un disparo proveniente de un arma ligera efectuado a unos 700 metros de distancia alcanzó su cuello, entró por debajo de la clavícula izquierda y se alojó en el corazón causándole la muerte cuando era evacuado en un helicóptero al centro médico.
Moya, de 35 años y padre de un niño de 12, participaba en un ejercicio de instrucción del Ejército afgano cuando comenzó la refriega. Recibieron fuego desde una colina próxima, se protegieron y durante varios minutos defendieron sus posiciones. El sargento fallecido iba protegido con un chaleco antibalas y casco, y permanecía 'cuerpo a tierra' cuando fue alcanzado. Solo la «mala suerte», según fuentes militares, hizo que el proyectil entrase por la única zona del cuerpo desprotegida.
Los compañeros auxiliaron al suboficial hasta que llegó un helicóptero norteamericano que evacuó al sargento al hospital Role 2 de Bala Murghab, uno de los destacamentos avanzados situados en la provincia de Badghis. Sin embargo, Joaquín Moya, del regimiento de infantería Garellano 45 con base en Vitoria, entró en parada cardiorrespiratoria durante el trayecto aéreo.
Su cuerpo llegó ayer a media tarde a la base aérea de Torrejón de Ardoz procedente de Herat, en el Airbus 310 de la Fuerza Aérea española en el que viajaba la ministra de Defensa, Carme Chacón.
El acto oficial de despedida se celebró a pie de pista y Carme Chacón impuso al fallecido a título póstumo la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, la mayor condecoración a los caídos en acto de combate.
En el acto se encontraban los familiares del sargento, su exmujer, también militar que forma parte del mismo regimiento; el ministro del Interior, Antonio Camacho, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, entre otros.
Después, el arzobispo castrense Juan del Río dirigió un responso en el que lamentó la «violenta muerte» del militar y trató de infundir aliento a sus seres queridos, en unos momentos en los que «parece que el mundo se derrumba y la vida no tiene sentido». El sargento primero será enterrado hoy en Córdoba, su ciudad natal, en la más extricta intimidad.
«Todavía hay peligro»
Durante su estancia en la base afgana de Herat, la ministra de Defensa lamentó la muerte del militar y animó a las tropas allí desplegadas a seguir trabajando «con el mismo valor y con la misma entrega porque, aunque la misión está en la cuenta atrás, todavía hay peligro».
Carme Chacón, acompañada por el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), José Julio Rodríguez, recordó que la misión se encuentra en la última etapa, ya que está previsto que en el primer semestre de 2012 comience la transferencia de responsabilidad a las autoridades afganas en la provincia de Badghis. Para entonces se prevé un repliegue del 10% de los 1.550 efectivos que están desplegados en Afganistán.
La titular de Defensa dijo que «los que han asesinado al sargento primero Moya no quieren que haya un Ejército ni un Estado afganos, y desde luego no quieren que haya libertad ni seguridad en esta tierra». «Nos consideran sus enemigos y eso es así porque vamos a impedir su proyecto criminal», aseguró la ministra a los compañeros del oficial fallecido, a los que transmitió el apoyo, la admiración y la gratitud del rey don Juan Carlos.
Por último, recalcó el «excelente trabajo» de los militares españoles en la reconstrucción de Afganistán y en la formación de las fuerzas de seguridad, justamente el cometido del sargento fallecido.