PINCHITO MORUNO

TEMPORADA DE MOSTOS

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Por fin ha llegado el fresquito y con el llega una temporada especialmente interesante para todos aquellos que huimos de la globalización, de las cosas sin personalidad, de encontrarte lo mismo exactamente aquí que en Helsinki, en Hong Kong o en Masachuset, que no sé si se escribe así pero ahora no tengo ganas de poner el google para encontrarlo.

El mosto, que es el vino acabadito de hacerse, como recién sacado del horno, aún salvaje, sin reposar, no se toma en copa, sino que se toma en vaso y en ración generosa porque es barato. Está un poco turbio, otra diferencia con el vino «de escuela» que es transparente y su sabor está poco afinado. Un enólogo le pondría más faltas que a un karateka jugando de defensa contra Leo Messi.

Pero lo bueno del mosto no sólo es el vino sino el sitio donde se bebe. Porque si son auténticos los vinos, más auténticos son aún los locales, muchos situados junto a la carretera, especies de ventas que aún no conocen los platos cuadraos o encastrados dentro de la ciudad, como ocurre en Sanlúcar donde pasear estos días por el barrio alto visitando mostos es todo un placer para cuerpo y espíritu. Si a los capillitas les gusta visitar los sagrarios a los tapillitas nos gusta por esta época visitar los mostos. Además tiene una gran ventaja.no hay que ir de mantilla.

Hay capillas del mosto en varios sitios de la provincia. En El Puerto, dentro de muy poquito, es recomendable visitar, a ser posible en sábado, la bodega de Obregón, en la calle Zarza, que bien escogido el nombre de la calle, porque la berza que te ponen allí para acompañar al vino salvaje, requiere tres o cuatro «pandelnuestro».

En la carretera de la Reyerta, en un carril al que se entra nada más salir de Sanlúcar con destino a Chipiona, está la peña La Corina. El nombre está puesto en homenaje a una vaca cuya canina preside el local. No tiene desperdicio comer en la terraza con mesas y sillas «artesanales» y vistas al campo. Los guisos de María Alhambra, verdaderas reliquias, te pueden llevar a cantar un par de «ave maría que tenemos hoy» y ya si entras en el barrio alto y te aposentas en la barra del bar Navarro pues ya entonas el credo.credo en el pescado frito, crujientito por fuera y jugosito por dentro.

Los que no sean de beber no se preocupen porque en estos sitios, aunque son salvajes, conocen lo que es el Fanta y ya para seguir en esta línea de autenticidad les recomiendo terminar en la pastelería de Rosado de Trebujena donde te ponen unas palmeras de huevo más grandes que las que hay plantadas en la plaza de la Catedral. En días como estos con tanto plástico y tanta demagogia en el ambiente, uno necesita de estos sitios y de esta bebida auténtica para reencontrarse a si mismo y descubrir que Dios más que en Rouco Varela está dentro de unas papas aliñás.