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Ortega se prepara para un nuevo mandato en Nicaragua
El malestar ciudadano y amplias denuncias de la oposición por fraude e inconstitucionalidad marcan las elecciones presidenciales
LA HABANA. Actualizado: GuardarAlrededor de 3,4 millones de nicaragüenses mayores de 16 años tendrán hoy en sus manos una doble papeleta. Una será de papel para votar en los comicios generales. La otra es mucho más complicada. Deberán manifestarse en unas elecciones polémicas, con irregularidades, entre rumores de fraude y los reclamos de 600.000 electores que no han recibido sus cédulas electorales, así como las denuncias por la financiación chavista del favorito, el presidente Daniel Ortega, de 66 años, cuya candidatura es ilegal según la oposición.
Habrá 200 observadores extranjeros pero el Gobierno no acreditó a organizaciones domésticas para supervisar los comicios en el segundo país más pobre de América Latina después de Haití. De los 5,8 millones de nicaragüenses, el 42,7% vive en pobreza -más del 14% en situación de extrema- y el 53% está subempleado. Ante tal panorama, los ciudadanos esperan que el próximo Ejecutivo luche contra la miseria, promueva la contratación y ataque la delincuencia y el narcotráfico.
A juicio del histórico comandante sandinista Edén Pastora, la situación ha mejorado en estos cinco años pero la problemática fue heredada de «tres gobiernos neoliberales anteriores», que «nunca hicieron una casa pero privatizaban hospitales». El líder del exguerrillero y ahora oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) cuenta con un 48% de la intención de voto según la última encuesta de Cid Gallup, porcentaje suficiente para ganar en primera vuelta a su principal rival, el empresario radiofónico y guionista de 79 años Fabio Gadea, quien lidera la alianza del Partido Liberal Independiente (PLI) y Vamos, pero solo obtendría en torno al 30%.
La ley electoral establece que ganará quien obtenga un mínimo del 35% de los votos válidos, siempre que tenga una diferencia de al menos 5 puntos sobre el segundo lugar. El resto se reparte entre otras tres fuerzas políticas que compiten en unos comicios donde está en juego la presidencia, la vicepresidencia, los 90 escaños de la Asamblea Nacional y 20 del Parlamento Centroamericano (Parlacen).
Múltiples escándalos
A mucha distancia de los dos principales aspirantes, un 11%, se sitúa la alianza del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) que lidera el exmandatario Arnoldo Alemán, quien mantuvo su influencia durante años pese a haber sido condenado a dos décadas de prisión por corrupción. Sin embargo, sus últimos apoyos a Ortega le han pasado factura. Por su parte, los porcentajes de Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), representada por Enrique Quiñónez, y el partido minoritario Alianza por la República (APRE), con Róger Guevara al frente, son insignificantes.
Las elecciones, sin embargo, se celebran en un ambiente de tensión y resignación. La mayoría de la población ve como «inevitable» el triunfo de Ortega y sospechan que utilizará el aparato estatal para mantenerse en el poder. Pero Rosario Murillo, primera dama, portavoz y sombra omnipresente del presidente, aseguró que en el país «reina la paz y la tranquilidad».
La oposición sigue denunciando, sin consecuencias prácticas, que la candidatura de Ortega es ilegal e inconstitucional. Lo acusan de aprovecharse del fallo judicial de magistrados sandinistas quienes, en ausencia de jueces opositores, calificaron en octubre de 2009 de «inaplicable» un artículo de la Constitución que impedía la reelección inmediata o un tercer mandato. El actual mandatario gobernó durante toda la década de los años 80 -tras la revolución contra la dictadura de Somoza- y en 2007 fue elegido para el periodo de cinco años que concluye ahora.
El comandante Ortega ha capeado muchos problemas y escándalos por la venta de armas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y por recibir de Hugo Chávez casi 1.445 millones de euros y administrarlos en una empresa familiar privada en lugar utilizar canales oficiales. También fue acusado de abuso sexual por Zoila América Narváez. La hija de Murillo, adoptada por el presidente cuando era una niña, lo demandó en una corte internacional en 1998, pero ha retirado la denuncia.
De guerrillero instauró el impopular servicio militar, se enfrentó a los 'contras' financiados por EE UU, racionó la comida y confiscó propiedades. El uniforme verde olivo quedó apolillado en el armario. Ahora lleva camisas blancas y rosas, llama amigos a Chávez y Fidel y Raúl Castro, pero mantiene el acuerdo de Libre Comercio con Washington. Invoca a Dios y los santos, en un país muy católico, eliminó la ley que posibilitaba el aborto terapéutico y hasta hizo pactos políticos con el vilipendiado Alemán. Ortega, un líder camaleónico, se ha dejado llevar por un rentable pragmatismo.