Rubalcaba, en el centro, con González a su izquierda y Griñán y Guerra a la derecha, ayer, en el multitudinario mitin de Dos Hermanas. :: EFE
PSOE

González y Guerra insinúan que Rajoy trató de retrasar el fin de ETA

Los dos veteranos referentes del PSOE 'incendian' el multitudinario mitin de Rubalcaba en Sevilla con discursos agresivos

SEVILLA. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Un chute de energía para la campaña socialista, pero a un precio alto. Alfredo Pérez Rubalcaba logró en Sevilla un lleno hasta la bandera como, probablemente, no volverá a ver en lo que queda de campaña. Todo gracias al tirón de Felipe González y Alfonso Guerra, juntos por primera vez en un escenario desde 1996. Pero el éxito tuvo una contrapartida. El mitin acabo yendo por derroteros espinosos. Ni uno ni otro dudaron en lanzar duras insinuaciones contra Mariano Rajoy e incluso llegaron a achacarle un interés malsano en que el fin de ETA se hubiera retrasado aún unos meses.

El anuncio del fin de la violencia, hecho público por la banda terrorista el pasado 20 de octubre, es una de las pocas buenas noticias que ha recibido el candidato del PSOE desde que asumió la responsabilidad de representar a su partido en los comicios más adversos desde el principio de la democracia. Sin embargo, el exministro del Interior ha tenido en todo momento buen cuidado de no intentar atribuirse el mérito en solitario. Demasiados remilgos para un acto de la 'vieja guardia' pata negra.

«Sé que es políticamente incorrecto pero amarga la verdad y quiero echarla de la boca», bramó lírico Guerra. La verdad, según este veterano político, siempre enardecedor de masas, es que el artífice de la derrota «se llama Alfredo», por más que «al del bigote» le hubiera gustado otra cosa. Pero no solo eso. «El líder de ahora -dijo en referencia a Rajoy- seguro que le ha dicho: 'José Mari, habla con tus amigos, esos a los que llamabas del Movimiento de Liberación Nacional Vasco, que hay encuestas, que esperen unos días, a ver si me toca'». «¡Pues no te ha tocado, no han podido esperar!», gritó victorioso.

El velódromo de Dos Hermanas, abarrotado con unas 20.000 personas llegadas en 530 autobuses desde distintos lugares de Andalucía, se caía con las ovaciones. Y volvió a venirse arriba cuando, minutos después, Felipe González lanzó al aire la duda de que todo lo dicho por su antiguo número dos, con el que aún mantiene una fría relación que ambos trataron de disimular, no era una invención exagerada, que realmente el PP pudo intentar retrasar «un poco» los acontecimientos. «¿Y si lo hubieran intentado?», soltó.

A estas alturas es más que discutible que el ansiado final del terrorismo vaya a aportar votos a un PSOE depauperado. Pero dado que buena parte del discurso que en estos momentos deben abordar los partidos gira en torno a la dramática situación económica, en vivo el público vibra más con lo que se ve capaz de entender.

Lo otro, lo de la ingeniería financiera, la capacidad de las instituciones de la Unión Europea para enfrentarse al caos y la lucha entre una política de estímulos o una de austeridad, es materia complicada para un acto de naturaleza electoral. Aunque Guerra hiciera sus esfuerzos por simplificar y recurriera al reduccionismo extremo. Equiparó Lehman Brothers a Al Capone y tildó a las agencias de calificación de mafia. Y dijo cosas como esta: «Si el mundo logró derribar el muro de la vergüenza de Berlín, ¿cómo no vamos a derribar el muro de la infamia del dinero?».

El problema para Rubalcaba es que Guerra, en el calentón, disparó incluso contra lo que el Gobierno y él mismo defienden: la recapitalización de la banca («¿Pero qué han hecho con el dinero?»); la fiscalidad de las Sicav y la imposibilidad de una dación en pago en estado puro para quienes no pueden hacer frente a sus hipotecas.

Nada que ver con el tono de González, que se puso tan elevado que incluso llegó a citarse a sí mismo con un párrafo de su libro 'Mi idea de Europa', escrito hace dos años. Luego intentó bajar al terreno con una defensa encendida del Estado del bienestar y una argumentación somera de por qué lo considera sostenible. Lo mismo que acto tras acto se esfuerza por trasladar Rubalcaba, desde hace meses. Pero dicho distinto.

El expresidente del Gobierno incluso apeló al sentimentalismo. «Yo os pido que nos movamos todos, que ganemos al PP, y por anticipado que ganemos en marzo -dijo en alusión a las andaluzas, aún sin fecha-. Cumpliré 70 años y como con 70 años perdamos Andalucía entonces sí que me retiro».

Para cuando llegó el turno de Rubalcaba ya estaba casi todo el pescado vendido. Y él le echó humor. «El otro día me tocó hablar después de Felipe y dije que es difícil cantar después de Camarón; pues hoy me habéis puesto a los Beatles», ironizó. Aún le cuesta hablar para grandes auditorios y, pese a su larga trayectoria política, se cohíbe. La prueba: un «habla más alto» espontáneo, espetado desde el público.