El Hermitage brilla en el Prado
Del oro de los escitas a las vanguardias del XX, el museo ruso concentra el genio de los grandes maestros en una selección esencial Dos milenios de belleza comprimidos en 180 piezas de una muestra histórica
Actualizado: GuardarDeslumbrante. Soberbia. Un irrepetible regalo para los sentidos. Cualquier superlativo describe la histórica exposición que acoge el Museo del Prado, que exhibe a partir del martes los tesoros del Hermitage. Una alianza entre colosos que, gracias al año dual España-Rusia, permite que un puñado de joyas del mastodóntico museo de San Petersbugo recalen en España durante cuatro meses y medio. 'El Hermitage en el Prado' es un concentrado de belleza de alta intensidad, un largo y feliz paseo por dos milenios y medio del arte más excelso. Un viaje fascinante que arranca con la delicada orfebrería de los nómadas asiáticos del siglo V anterior a nuestra era, y se detiene en los logros más desafiantes de las vanguardias del siglo XX. Una exposición para la historia que los reyes inauguran el lunes. Llamada a establecer récord de visitas, el Prado abrirá todos los días de la semana hasta la clausura de la muestra, a finales de marzo de 2012.
En ese lapso de 2.500 están algunos de los genios más deslumbrantes de la historia del arte, junto a algunas muestras arqueológicas y de arte suntuario y decorativo sin parangón. El Greco, Velázquez, Ribera, Picasso, Antonio Pereda o Zuloaga, si nos fijamos en los españoles, confrontados a excepcionales piezas de Tiziano, Brueghel, Caravaggio, Veronés, Rembrandt, Rubens, Durero, Lorenzo Lotto, Canova, Watteau, Ingres, Monet, Gauguin, Cézanne, Renoir, Matisse, Kandisnky o Malévich.
Épico
Es la respuesta del Hermitage a la también excepcional cesión del Prado, que llevó a Rusia la pasada primavera una selección sus tesoros visitada por 630.000 personas. «Un intercambio épico» según Miguel Zugaza, director del Prado y buen conocedor de la altura del reto asumido por dos gigantes. «Es como resumir 'El Quijote' o 'Guerra y Paz' en algunas cuartillas», planteó Zugaza, sabiendo que en ambos casos se ha logrado salir con bien del desafío. En buena parte gracias a los comisarios, Gabriele Finaldi por el Prado y Sviatoslav Savvateev por el Hermitage.
Si el Prado se concentró en sesenta piezas de Tiziano a Goya, el Hermitage devuelve con creces el regalo con casi dos centenares de grandes obras, la crema de los tres millones de piezas que atesora una de las colecciones más vastas del mundo, nacida de la voluntad del zar Pedro I, fundador de San Petersburgo, y de la zarina Catalina II, la Grande o la 'Semíramis del Norte'. «Como en una antología poética, estamos ante los versos más intensos y profundos del Hermitage, que es un gran teatro del mundo» resumía Zugaza agradeciendo al generoso museo ruso «un préstamo sin precedentes que constituye un largo traveling de la historia del arte».
Con patrocinio de la empresa pública AC/E (Acción Cultural Española) y la Fundación BBVA, la muestra es además un ensayo del 250 aniversario del Hermitage, que exhibe sus joyas aquí con una calidad expositiva que no puede ni soñar el museo de San Petersburgo, un suntuoso complejo castigado por el paso del tiempo y cierta desidia.
Crescendo
Enormes retratos de Pedro I, Catalina II y Nicolás I reciben al espectador, que tras una sección dedicada al esplendor del Palacio de Invierno y del Hermitage, quedará fascinado por los tesoros de los escitas, los nómadas de Eurasia. Son 25 piezas de oro de más de dos milenios de antigüedad de delicadísima factura. Destaca la peineta de Suloja, ornamento que reproduce una escena de batalla hallada en Siberia, en uno de los muchos túmulos que los nómadas dedicaron a sus reyes y líderes, de Hungría a Vladivostok.
Con la no menos seductora orfebrería griega -bellísima la 'Diadema con nudo de Hércules- continúa sin tregua un festival para los sentidos que va 'in crescendo' de sala en sala. En el capítulo español deslumbra 'San Pedo y san Pablo' de El Greco, 'El almuerzo' de Velázquez' y 'San Sebastián curado por las santas mujeres' de Ribera. Un delicado dibujo de Durero -'La virgen con el niño'-, el 'San Sebastián' de Tiziano -quizá su última pintura-, 'La lamentación del cuerpo de Cristo', de Veronés, el fascinante 'Tañedor de laúd' de Caravaggio -único lienzo de Michelangelo Merisi en Rusia-, 'La caída del Hamán' y el 'Retrato del estudioso' de Rembrandt, un 'Paisaje con carro de piedras' de Rubens, o las esculturas 'La magdalena penitente' y 'La cabeza del genio la muerte', de Antonio Canova, convierten en memorable el recorrido por la planta baja de la ampliación de Moneo.
En la segunda continúa un deleite plástico que habría dejado fuera de combate al mismísimo Stendhal. Entre 'El estanque de Montegeron' de Monet y el minimalista 'Cuadrado negro' con el que Kazimir Malévich cambió las reglas del arte en 1932, hay cuatro piezas magistrales de Picasso -'Mujer sentada', 'Niño con un perro', 'Mesita en un café', 'La bebedora de absenta'- un Gauguin definitivo -'Te avae no María' (El mes de María)- otros Matisse tan decisivos como 'Conversación' y Juego de bolas', o la mítica 'Composición VI' de Wassily Kandinsky.