Amada Grecia
Actualizado: GuardarCreo conocer, por fortuna o infortunio, muchos de los llamados Estados Inviables. Analizar su viabilidad futurible, desde los entresijos del drama que suponen, resulta estremecedor. Poca conciencia debe tenerse, poco sentido de la misericordia, para no sentirse arrastrado como un guijarro en la turbulencia de una torrentera, sin manos para asirse a un mísero consuelo, a una esperanza tenue y tornadiza. Mas ante el drama, la tragedia, ya Brecht aconsejaba distanciarse de ella para interpretarla.
Así, hemos de convenir que a todo Estado subdesarrollado corresponde una Nación subdesarrollada. O sea, un pueblo subdesarrollado, que lo es, casi por condenación impía, porque es un pueblo manifiestamente inculto. Lo de pobre es lo de menos, pues la pobreza del culto no es pobreza, en sentido absoluto, y porque la cultura como bien colectivo puede utilizarse como ariete tozudo capaz de derruir cualquier muralla. La viabilidad de un proyecto colectivo, dependerá, siempre, de la capacidad que tenga el colectivo para configurar una idea digna de ser defendida con manifiesto arrojo incruento para alcanzar el bien común. Un bien común masivo, sin manipulaciones de aquellas minorías que detentan el poder, o lo que resulta ser lo mismo, aquellas que lo ejercen de forma espuria.
El absoluto estado de orfandad ideológica en el que se encuentra Europa, Occidente para mayor ignominia, la falta de espiritualidad por la que transita, nos induce a creer que la crisis económica es únicamente económica, sin caer en la cuenta por necedad supina, que se debe a una crisis de valores, de ideales, de creatividad y de fantasía. ¡Sí, de fantasía justa! La condición humana responde a inducciones, a influjos atmosféricos, y mi amada Grecia, su prolija y convexa Nación, jamás ha querido sentirse europea. Su cráneo oriental, no ha sido tenido en cuenta por sus líderes, que esperan que el fantasma de Pirro, el tirano, descienda de nuevo por los Propileos para iluminar Plaka y Monastiraki con una antorcha popular.
La insulsa Europa, la anodina Grecia, psicológicamente adocenadas, sus amaneradas Naciones, afónicas, atónicas, sin reciedumbre de carácter y determinación gallarda, conseguirán degollar toda esperanza de volver a ser modelos de Estados Viables, gracias al concilio culto, la reflexión, el amor y la concordia productiva e incorrupta; los redentores soberanos de aquellos Estados inviables, Haití o Somalia por citar algunos, que sueñan despiertos anhelando que la Magna Grecia vuelva a ser ejemplo de genuina Democracia. Pericles no se hubiera refugiado tras ese más que tardío referéndum. En ese egoísta y traicionero escudo. Un despropósito pseudodemocrático.