ESPAÑA

SOBRAN 15 DÍAS

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Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy tienen ante sí 15 días de frenético trajín electoral que, sin embargo, poco o nada va a cambiar los resultados del 20 de noviembre. Si la influencia de las campañas en las votaciones es cuanto menos discutible, en esta oportunidad parece que va a ser más irrelevante que nunca. Como pocas veces se puede decir que la campaña sobra porque la suerte está echada. El sondeo del CIS que se hace público hoy confirma que los estudios privados de distintos medios de comunicación no van descaminados y que la brecha a favor del PP se antoja insalvable.

En el cuartel general de Rajoy se relamen ante el tamaño de la victoria. Dan por segura la mayoría absoluta y la discusión se centra en si los escaños serán, por decir unas cifras, 186, 191 o 200. El candidato del PP no cree que el debate del próximo lunes vaya a mover mucho voto y ni siquiera un error monumental por su parte tendría consecuencias serias en el botín electoral. La pulsión de cambio es tan evidente que parece que nada ni nadie va a poder alterar los designios electorales a estas alturas.

En el comité electoral de Rubalcaba también discuten, pero sobre el suelo del candidato. Los 125 diputados de Joaquín Almunia en 2000, que se veían como una hecatombe hace unos meses, son ahora un listón difícil y sería un buen resultado para el PSOE. Tal es el grado de pesadumbre que se respira en la calle de Ferraz.

Razones no faltan, sobre todo a tenor de cómo transcurren los días para los socialistas, con un sobresalto detrás de otro. Ayer fue el traslado al Tribunal Supremo de la causa que implica a José Blanco en un presunto caso de sobornos. Igual queda en nada, comentaba un ministro, pero el daño político ya está hecho.

La campaña, por tanto, sobra para los dos candidatos. Está de más para Rubalcaba porque solo recibe malas noticias para sus complicadísimas expectativas y cuando parece que ya no puede pasar nada peor, pasa. Así las cosas, los socialistas no ven la hora de que llegue el 20 de noviembre.

Sobra también para Rajoy porque su trabajo ya está hecho, y en estas dos semanas se expone al riesgo de error suyo o de los suyos que merme la cosecha en las urnas. El PP también está preso de la ansiedad, sueña con que pasen estas dos semanas porque ya ve a su líder instalado en la Moncloa.