Editorial

Referéndum desestabilizador

El Eurogrupo debe lograr que Grecia se atenga a las condiciones del rescate

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El sorpresivo anuncio de que el gobierno Papandreu tiene el propósito de convocar a la población griega a un referéndum en enero para ratificar o desechar el acuerdo alcanzado el pasado 27 de noviembre con el Eurogrupo ha generado un desconcierto total no solo en las instancias de la Unión y entre los demás socios, sino incluso en las propias filas del Pasok. El desplome con el que reaccionaron las bolsas la tarde del lunes y ayer y el incremento de la prima de riesgo no solo para Grecia, Portugal, Italia y España sino también para Francia demuestra que, de entrada, la jugada de Papandreu ha dejado en nada el alivio escéptico que aportó a los mercados la Cumbre Europea de la semana pasada. Es cierto que la intención avanzada por el primer ministro griego, de la que oficialmente no había dado cuenta a sus homólogos europeos con los que pactó la quita del 50% de su deuda, puede acabar frustrada por la contestación que ha suscitado en las filas de su propio partido en vísperas de la moción de confianza a la que se someterá el viernes. Pero aun en el caso de que se produjera una crisis de gobierno, de que Papandreu disolviera el parlamento o incluso de que desistiera de convocar la consulta, es evidente que ha echado a rodar un argumento desestabilizador para el conjunto de la zona euro, cual es la incapacidad de las instituciones griegas de enderezar por sí mismas la situación frente a una sociedad abiertamente reacia a asumir los sacrificios que conlleva el rescate. Todo ello cuando los datos económicos han vuelto a encender la alarma ante el peligro de una nueva recesión para las economías del euro. Yorgos Papandreu ha sido invitado a la cumbre que el G-20 celebrará en Niza a partir de mañana, y de acudir lo hará con la intención de obtener tanto de los socios europeos como de las demás potencias -especialmente de EE UU y China- más compensaciones a los nuevos recortes que su país deberá introducir. Pero aunque la prioridad del Eurogrupo deba ser hoy la de convencer a Grecia para que se atenga cuanto antes a la agenda acordada en Bruselas, es imprescindible que los demás miembros adopten también medidas de protección del euro y de sus respectivas economías ante la eventualidad de que Grecia acepte la bancarrota y opte por regresar al dracma para responder a su crisis mediante una política monetaria propia.