Antítesis de la cabra
La marea azul se expande y Rajoy va a ser el líder con mayor poder en la reciente Historia de España
Actualizado: GuardarLa Teoría de la Cabra solo es un corolario apócrifo de los años ochenta, atribuido a Alfonso Guerra, que ha perdurado porque tiene la virtud de representar gráficamente una idea simple: un partido en pleno ciclo ganador triunfará siempre en las elecciones, sea quien sea su candidato. Según esta tesis, aunque ese partido llevase a una cabra como cabeza de cartel, seguiría ganando en las urnas.
La humorada solo es una forma gráfica de restar valor al candidato, porque los ciclos en los sistemas de partidos fuertes, según las leyes de las termodinámica electoral, obedecen a las siglas. Es fácil hacer recordar algunas 'cabras' de éxito asombroso, y ese parece también el caso de Rajoy, que puede convertirse en el candidato más impopular en las encuestas con la victoria más arrolladora. Ni siquiera está descartado que frise la cota 200 que solo alcanzó aquel Felipe González deslumbrante de la puesta de largo en 1982, con la diferencia de que Felipe entonces era Dios -incluso sus ministros le llamaban así- y en cambio Rajoy conserva su perfil gris de protofuncionario de provincias, pacato, indeciso, torpe, cuyo hábitat natural es el humo del casino, la charla de fútbol sin sobresaltos.
Pero con el PSOE desplomándose sobre sí mismo como las torres gemelas en la iconografía inaugural del siglo XXI, la marea azul se expande y Mariano Rajoy va a ser el líder con mayor poder en la reciente Historia de España, con sucursales en casi la totalidad del mapa autonómico y municipal, aun sin un toque mínimo de carisma.
Y de todo esto desde luego se puede hacer la lectura invertida como Antítesis de la Cabra. Cuando un partido está en un ciclo perdedor irreversible, con los hilos conductores muy averiados o rotos entre las siglas y el electorado, no podrá aspirar a la victoria sea quien sea el candidato. No hay cartel milagro. Ahí está el desmoronamiento de Rubalcaba.
En pocos meses se le ha erosionado su aura legendaria de inteligencia política capaz de todo, ese oscuro prestigio cruzado de Talleyrand y Fouché; y en cada intervención proyecta mayor fatiga de materiales. Rubalcaba aún bate a Rajoy en valoración personal, pero la inercia es de perder y perder votos. Es la Antítesis de la Cabra.
Cuando un partido se desploma irreversiblemente, el mejor perfil se tiñe de gris, las inteligencias más lúcidas parecen mediocres, los comentarios agudos de repente se oyen como resignados tirabuzones retóricos de cara a la galería, y no hay remedio. Un candidato ya puede tener el magnetismo de Obama, el aplomo de Sarkozy, la elegancia de Cameron y hasta el descaro de Berlusconi, que no puede corregir una tendencia crítica de derrota sino convertirse, de hecho, en el rostro mismo de la derrota.