Piden 135 años de cárcel para los 'pateros' del último naufragio mortal
Los acusados arrojaron al agua a los casi cuarenta tripulantes, de los que diez murieron ahogados y quince desaparecieron
CÁDIZ. Actualizado: GuardarDoce años y medio de prisión por cada uno de los diez inmigrantes fallecidos aquella madrugada. Más otros diez años, por el delito de tráfico de personas. Es decir, 135 años tras las rejas. Es la pena que la Fiscalía de Cádiz tiene previsto solicitar para cada uno de los cuatro pateros que supuestamente causaron el último naufragio mortal ante las costas gaditanas, el 29 de junio de 2009, y que serán juzgados la próxima semana en la Audiencia Provincial por un supuesto delito de tráfico de personas y otros diez delitos de homicidio.
El goteo de embarcaciones con inmigrantes irregulares no ha cesado desde aquel suceso, con viajes cada vez más temerarios y miles de personas rescatadas en alta mar. Pero aquel viaje en una barca destartalada de madera de siete metros de eslora fue el último que acabó en tragedia. Era lunes, y por la mañana, el océano Atlántico comenzó a escupir en las playas de Zahora (en Barbate) los cuerpos ahogados de al menos diez de los tripulantes. Otros quince fueron rescatados con vida ya en tierra, aunque se estima que a bordo viajaban unas cuarenta personas. Es decir, otras quince personas debieron desaparecer para siempre.
En aquella ocasión, a diferencia de otros naufragios que han cubierto de muerte la costa de Cádiz, ni el viento, ni las olas del Estrecho fueron la causa de la tragedia. Según la Fiscalía, fueron los pilotos que dirigían la patera los que forzaron el naufragio, arrojaron a los tripulantes al mar y tumbaron la embarcación cuando estaban a punto de llegar al cabo de Trafalgar. Uno de aquellos 'pateros', el que mandaba sobre los demás, incluso acabó muerto. Ahogado junto a los demás hombres y mujeres, a los que había cobrado por el viaje.
Obligados a embarcarse
Veinticuatro horas antes de aquella terrible noche, en alguna playa cerca de Kenitra (Marruecos), aquellas personas que murieron habían descubierto con espanto que los hombres armados con espadas y palos pretendían que embarcaran en una patera de madera pintada de azul (para despistar a las cámaras en la oscuridad de la noche), que no medía más de siete metros de largo, y que los esperaba junto a la orilla. Era un auténtico suicidio intentar llegar a España en esa cáscara de nuez con casi medio centenar de personas a bordo, así que muchos se arrepintieron y en el último momento intentaron echarse atrás. Trataron de abandonar aquel viaje suicida antes de partir, a pesar de que habían pagado un millón de francos marroquíes (unos mil euros) por un hueco en aquella lancha. Pero los que daban órdenes a gritos y les empujaban, los amenazaron con abrirles la cabeza con una espada a quien no subiera a bordo.
Parecía una locura. Y sin embargo, tras pasar un día entero de travesía en mitad del océano y recorrer no solo los 14 kilómetros del Estrecho, sino más de 200 kilómetros de costa marroquí, los tripulantes de aquella patera, a los que los pilotos les habían quitado las provisiones de comida y agua, divisaron una luz que oscilaba en la oscuridad. Era del faro del cabo de Trafalgar.
Estaban a punto de llegar a España. Apenas les separaban 200 metros de la costa, pero el plan no era llegar a la playa. Según la Fiscalía, Hassan, el que aparentemente mandaba sobre los demás y acabó muerto, ordenó al resto de pateros que arrojaran a todos al mar y que cada cual se salvara como pudiera. El pánico se apoderó de la embarcación. Dado que los ocupantes de la lancha se resistían a saltar, el que manejaba en ese momento el motor trató supuestamente de desestabilizar la barca. Como no lo conseguía, los pateros acusados «comenzaron a sacudir la lancha y a moverla fuertemente, hasta que consiguieron volcarla». Todos cayeron al agua y algunos quedaron atrapados debajo de la embarcación.
Los ahora acusados se hicieron pasar por supervivientes, víctimas de aquel naufragio. Pero el resto de inmigrantes no tardaron en señalarlos ante la Guardia Civil, como las personas que los habían tirado por la borda. Además, los agentes encontraron entre las ropas de tres de ellos cuatro móviles, con los que supuestamente tenían previsto avisar de su llegada a otros dos miembros de la organización que les esperaban en tierra para recoger a los inmigrantes, que también fueron detenidos.
En total, cuatro pilotos fueron detenidos: Abdelkarim E. A; Khalid D; Adil E; y Ali A. Además de los otros dos marroquíes que los esperaban en tierra: Noureddine B. y Rahal B. Aunque a estos dos últimos no se les acusa de los delitos de homicidio.