CUANDO NO SE PUEDE GANAR...
Actualizado: GuardarCuando no se puede ganar, hay que empatar. Este perogrullo para los advenedizos del fútbol resume a la perfección para los 'entendíos' la importancia del punto conseguido en el fortín del Álvarez Claro. El Cádiz lo intentó desde el minuto uno, puso intensidad, trabajo, ocasiones, se rehizo de las dos bofetadas y buscó la victoria. No pudo ser. Pero ese empate arañado cuando el partido moría es vital, decisivo, por eso sabe tan bien.
Empates como los de Melilla suelen marcar la diferencia entre los que luchan por entrar en el 'play off' y los que acaban como campeones. Una distancia sideral.
Y es que este deporte acostumbra a castigar la irregularidad de esos 'valientes' que se lanzan tumba abierta, jugándosela al doble o nada, y en su casillero acumulan muchas victorias y bastantes derrotas, dejándose esos poquitos puntos que marcan la diferencia. El final les suele deparar tardes amargas en las que antepusieron el corazón a la inteligencia y no supieron comprender la importancia de conformarse con el empate.
Con el resultado de ayer, el Cádiz mantiene la distancia con los que le preceden, que la próxima jornada saldrán fuera mientras que los amarillos reciben al Badajoz en Carranza, donde no se pueden perder ni las migajas. Restan dos puntos a quien será un rival directo, y no pierden el 'goal average' a la espera de lo que ocurra en la segunda vuelta. Mojó Juanjo, Murillo mantuvo el tipo. Y todo sin especular. Lo dicho, para estar contentos. Y es que cuando no se puede ganar...