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100.000 libios sin nada que celebrar
El CNT crea una unidad contra la inseguridad en las ciudades que resistieron y apoyaron a Gadafi
BANI WALID. Actualizado: GuardarUna semana después del 'día de la victoria' hay miles de libios que no tienen nada que celebrar. Sirte y Bani Walid, últimos feudos gadafistas que resistieron a la OTAN y a las fuerzas rebeldes, son ahora ciudades fantasma que han pagado con la destrucción su resistencia a una revolución que se impuso por la fuerza.
Alí Abdul regresó a Bani Walid dos días después de la liberación y se encontró con su casa calcinada. Sus vecinos le cuentan que milicianos de Zintán -en las montañas de Nafusa- que participaron en el sitio de la ciudad eligieron el edificio al azar y antes de prenderle fuego gritaron contra los Warfala por su ayuda al régimen.
Esta es la tribu más importante de Libia junto con la Gadafa, de la que era originario el exdictador, y ambas se beneficiaban de las riquezas del país, según el resto de libios. El doctor Saleh Abdulhamid revisa los destrozos en la casa de Abdul y toma nota de cada detalle para incluirlo en su listado de personas afectadas. Es el responsable de la asociación de las víctimas de la revolución que se ha formado en Bani Walid «con el objetivo de llevar estos crímenes de guerra ante las autoridades y evitar que los nuestros -asegura- se tomen la justicia por su mano. ¿Qué libertad es esta que se impone con las bombas, el saqueo y las ejecuciones? Esto no puede traer nada bueno».
Junto a la casa de Abdul, su vecino Muftah Mohamed hace un recuento de los bienes que un grupo de rebeldes de Zawiya le robó a punta de pistola. «Yo estuve aquí toda la guerra. Los hombres de Gadafi no tocaron las casas, ellos estaban en el terreno de una empresa constructora china, los problemas llegaron cuando entraron los rebeldes casa por casa», cuenta este profesor de 54 años.
Sus hijos tratan de borrar las pintadas en los muros de su finca que rezan 'Warfala perros', un lema que se puede leer en todo Bani Walid con la firma de los milicianos de Zauiya. Cuando se pregunta a un combatiente de esta localidad costera por los excesos cometidos, recuerda que desde el inicio de la revolución fueron soldados de Gadafi de origen Warfala quienes se encargaron de reprimir la revuelta en su ciudad y para ello usaron todos los medios imaginables.
Cada vez que una furgoneta rebelde pasa por las calles, los pocos civiles que quedan se esconden. El Consejo Nacional de Transición (CNT) no es ajeno a los problemas con la principal tribu del país y por ello ha encargado la formación de una brigada exclusivamente formada por los Warfala.
Los huidos
Salem al-Wahar ha regresado de un exilio de 18 años en Estados Unidos para dirigir este grupo, pero carece de medios: «De momento solo he podido reclutar a diez hombres, casi todos familiares directos. Hay que poner freno a la inseguridad cuanto antes y devolver unas condiciones de vida a la población, de lo contrario pronto empezarán a añorar la época anterior». Es el aviso de la persona que lideró un golpe de Estado fallido contra Gadafi en 1993 que le obligó a exiliarse para huir de la sangrienta respuesta de las autoridades.
Más de 100.000 civiles han huido de los feudos gadafistas para buscar refugio en campos de desplazados, «y esa es la cifra de la gente que se ha registrado, se trata de un grupo pequeño, la inmensa mayoría está en casa de familiares, escondida y con mucho miedo», asegura Maruan Hasi, responsable de la organización Libaid, que trata de ayudar a las víctimas de la guerra.
El proceso de 'desgadafización' llevará tiempo después de cuatro décadas de régimen en las que Gadafi logró un impacto brutal en tribus como la Warfala a través de sus comités revolucionarios. Un paseo por el centro de Bani Walid es un paseo por una ciudad vencida, derrotada, en la que los únicos símbolos visibles de la nueva Libia son algunas banderas colocadas por los propios rebeldes tras su entrada triunfal. Entretanto, la polémica en torno a la muerte de Gadafi continúa viva y ayer se conoció la opinión del enviado especial de la Unión Europea para el Sur de Mediterráneo, Bernardino León. Para este representante comunitario, no está claro que los autores del «linchamiento» del exdictador representen al Consejo Nacional de Transición.