El Papa y los representantes de las distintas religiones llegaron a Asís en tren. :: AFP
Sociedad

Benedicto XVI sorprende con un elogio al agnóstico

En una nueva edición del encuentro de religiones en Asís, el Papa reivindica a quien, sin ser creyente, «busca la verdad y lo bueno»

ROMA. Actualizado: Guardar
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Benedicto XVI sorprendió ayer con una singular lectura, coherente con su interés por el diálogo con los laicos, de los extremos con que se afronta la idea de Dios. Condenó tanto el fanatismo de la violencia por motivos religiosos como la negación de Dios que lleva a la violencia, y elogió como vía intermedia la figura del agnóstico, «que busca la verdad, lo bueno y lo auténtico».

En opinión de Ratzinger, el agnóstico saca a unos y otros de su error, y además espolea la fe de los católicos, pues «su interrogarse es también una llamada a los creyentes a purificar su fe, para que Dios se haga accesible». Es más, el Papa añadió que «estas personas buscan al verdadero Dios, cuya imagen en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda frecuentemente oculta», y que no lo encuentren «depende también de los creyentes».

El pontífice giró de este modo hacia su particular visión de la nueva edición del encuentro de religiones por la paz en Asís, la célebre iniciativa impulsada por Juan Pablo II desde 1986, que ayer volvió a celebrarse después de casi diez años. Acudieron 300 representantes de las principales confesiones, desde judíos y musulmanes -un total de 48- a budistas, ortodoxos o sintoístas, que viajaron juntos en tren, a modo de simbólico peregrinaje, desde la pequeña estación del Vaticano hasta el pueblo de San Francisco.

La cita de Asís es uno de los actos más recordados de Juan Pablo II y también uno de los más discutidos. Fue una de esas ideas audaces de Wojtyla y resultó un éxito. Mostró una imagen sin precedentes del Papa junto al Dalai Lama, el primado anglicano, príncipes saudíes, jefes indios americanos o zoroastrianos. Hubo dos ediciones más, en 1992, marcada por la guerra de los Balcanes, y 2002, en pleno trauma del 11-S. Pero su exotismo causó alarma en sectores conservadores de la Iglesia.

Cuando Ratzinger anunció en enero que quería rescatarla fue una sorpresa, pues se le tenía por uno de los más críticos con la iniciativa, por su riesgo de sincretismo y de dar una imagen de relativismo de la fe. Por eso parecía abandonada. Sin embargo, a Benedicto XVI le interesa mucho el diálogo religioso, como ocasión de entendimiento pero con cada uno en su sitio, y ha desempolvado la idea con motivo de su 25 aniversario. Así ha podido imprimirle su impronta y corregir el tiro. En una carta a un amigo luterano conocida hace poco confesaba que deseaba ir a Asís «para determinar la dirección», «que sea imposible cualquier interpretación sincretista o relativista», y para dejar claro que sigue en pie la idea central del documento 'Dominus Iesus', que no hay salvación fuera de la Iglesia católica.

En esta nueva era de Asís resaltan dos novedades: una, que ayer no hubo un momento de oración común y público, sino que cada uno se retiró a una habitación propia para un «tiempo de silencio»; la otra, que fueron invitados también algunos ateos. De esas bases partió el llamativo discurso del Papa. Ratzinger evocó la primera edición del encuentro, en 1986, para recordar que tres años después caía el Muro de Berlín y se abría una fase de libertad, que sin embargo ha caído en la «desorientación» y en «nuevas formas de violencia». El Papa identificó dos, el terrorismo de base religiosa y, su opuesto, «las consecuencias de la ausencia de Dios».

Sobre el primer aspecto, Ratzinger repitió un 'mea culpa' de Wojtyla: «Sí, también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza».

La adoración del poder

En cuando a la negación de Dios, consideró que parte precisamente de la crítica de la Ilustración a la religión como fuente de violencia, pero quiso centrarse en lo que juzga uno de sus efectos actuales: un «peligroso y silencioso cambio de clima espiritual» hacia «la adoración del tener y del poder». Sería «una anti-religión, en la cual no cuenta el hombre, sino el beneficio personal».

Es en medio de estas dos amenazas donde el Papa colocó como interlocutor válido la figura del agnóstico. Por eso también los ha invitado a Asís. Y concluyó: «Se trata más bien de estar juntos en camino hacia la verdad», del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especie de violencia destructora del derecho». Este es el sentido del encuentro de Asís para Ratzinger que, por otro lado, mantiene firme el timón en defensa del mensaje católico: ha convocado un 'Año de la Fe' y promueve una 'nueva evangelización'.