UNA GANGA

A estas alturas de la película no hay que ser un lince para entender la decisión de la Unión de Comerciantes de Cádiz de suspender la Feria de la Ganga. Y no solo por las razones aducidas desde la concejalía de Turismo, lo de la salubridad y lo de la seguridad. Cualquiera con dos dedos de frente es capaz de entender las presiones que, según el presidente de la UCC, CECA-Fedeco y Cádiz Centro Club de Calidad han podido ejercer para que no se realice la feria outlet, eso de que pueden dañar al comercio de la ciudad, porque cualquiera con dos dedos de frente sabe que para comprar habitualmente en Cádiz hay que hacerlo con mentalidad outlet. Hagan la prueba, si es que no lo han hecho ya. Cuando no están todas las tallas, hay veinte mil prendas iguales, cuando hacen descuentos no se nota, cuando el precio es aceptable pero la talla no, le cobran a uno el arreglo, cuando uno encuentra algo medianamente presentable, resulta que es de la temporada pasada. Le suena, ¿verdad?

Por eso no me extrañan los temores ni las reivindicaciones de los tenderos de Cádiz. No hace falta organizar una feria y llamarla «de la ganga», basta con darse una vuelta por las tiendas del centro, para conocer en qué consiste el low cost. En organizar una «noche abierta» del comercio gaditano en plena crisis, en hacer pases baratos de modelos en San Francisco «con una imagen de modernidad», y en poner de madrina a Soraya Arnelas, cuya presencia en la ciudad no solo es una ganga, sino todo un ejercicio de memoria histórica.