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Rajoy advierte de que «la única» hoja de ruta es la del cumplimiento de la ley
Rubalcaba afirma que después de las elecciones habrá que analizar «los cambios que hay que hacer» en política antiterrorista
MADRID. Actualizado: GuardarPara Mariano Rajoy «la única hoja de ruta» que hay que aplicar con ETA tras su anuncio de cese definitivo de la violencia es la aplicación de la ley. Nada más porque «no hay absolutamente nada que negociar» con una organización terrorista. El líder de la oposición aseguró que no tiene pactado «ningún calendario político» con el Gobierno ni con nadie referido a los presos etarras o a posibles reformas legales para dulcificar el marco jurídico.
El candidato del PP a la Presidencia del Gobierno zanjó las especulaciones sobre las medidas de gracia o de flexibilidad penitenciaria que podría tomar un gobierno suyo si es que gana las elecciones. «Con ETA no hay nada que negociar», aseguró rotundo. Su actuación, dijo, se guiará por tres ejes: unidad en la lucha antiterrorista entre las fuerzas democráticas, aplicación de la ley y respeto al Estado de Derecho. Y fuera de ese marco, nada.
Con la ley en la mano, las únicas medidas que puede tomar un gobierno con los presos de ETA son acabar con la política de dispersión, estrategia adoptada hace más de 20 años para debilitar el colectivo etarra en las cárceles, o bien la aplicación del artículo 100.2 del reglamento penitenciario, que permite las excarcelaciones siempre que el recluso tenga un pronóstico de reinserción social positivo o bien una enfermedad grave.
El pronóstico de reinserción corresponde hacerlo a la junta de tratamiento del centro penitenciario, que a su vez exige al preso el arrepentimiento y abandono de la organización terrorista, la petición de perdón a las víctimas, el compromiso de indemnizarlas, y colaboración con la justicia. Por esta vía han accedido a un grado de semilibertad apenas una decena reclusos de ETA en los últimos meses. Todos estaban en el centro alavés de Nanclares, en el que Interior agrupa a los presos más distanciados de la organización.
Rajoy no precisó en la cadena Cope si piensa utilizar estos instrumentos, pero hizo un llamamiento a todas las formaciones políticas a que no se pierdan en debates estériles sobre lo que se podría hacer o dejar de hacer. Eso es, afirmó, «frivolizar y elucubrar», y no conviene hacerlo en estos momentos ni nunca. El candidato del PP consideró que lo que hay que hacer es «lanzar un mensaje nítido y entendible» para ETA y la izquierda abertzale en el sentido de que «aquí hay un Estado de Derecho» y nadie puede estar por encima de él.
Reflexión
Su adversario socialista también defendió el marco de la legalidad vigente, pero apuntó que después de las elecciones habrá que «reflexionar», no solo el Gobierno sino todos los partidos, sobre «qué cambios hay que hacer» en la estrategia antiterrorista. Hasta entonces, añadió, todo «seguirá igual», con las fuerzas de seguridad vigilantes y sin cambios legales. Alfredo Pérez Rubalcaba señaló que esta situación puede cambiar tras el 20 de noviembre pues entonces será el momento de que «el conjunto de partidos» dialoguen para «ver qué hay que hacer».
Eximió de esta prudencia al lehendakari Patxi López ya que «tiene que tomar sus iniciativas», como la de convocar una ronda de contactos con todos los partidos del País Vasco para estudiar los movimientos de respuesta al anuncio de ETA. Rubalcaba defendió que las fuerzas políticas en Euskadi tiene que hablar «de todo», de presos y de reformas legales, pero siempre sin olvidar a las víctimas del terrorismo y su reparación.
El candidato del PSOE también desveló en TVE que tuvo sus diferencias con el presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, sobre la fórmula para lograr el abandono de la violencia por parte de ETA. Explicó que el presidente del Partido Socialista de Euskadi apostaba por «hacer más cosas» para convencer a los terroristas de que dejasen las armas, mientras que su postura siempre fue la de ser «firmes» frente a ETA. Al final, concluyó, «he acertado yo» porque la organización terrorista no ha llegado a la conclusión de dejar la violencia por una «reflexión moral» sino por su «debilidad orgánica y estructural».