Los luchadores antigadafistas continúan celebrando su triunfo en la ciudad de Sirte. :: SAAD SHALASH / REUTERS
MUNDO

La campaña de Libia ejemplifica la nueva doctrina de Obama

La OTAN anuncia que la misión en el país norteafricano concluirá el próximo día 31 una vez terminada la contienda

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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La Casa Blanca que ayer anunció la retirada completa de las tropas estadounidenses en Irak antes de finales de este año busca a toda costa abrir una nueva etapa en la que la Administración Obama no sea valorada por los conflictos que heredó de George W. Bush sino por los recientes «éxitos» a la hora de lidiar con la siempre latente amenaza del terrorismo de Al-Qaida o la estrategia seguida en las revueltas de los países árabes. Entre los ejemplo de esta nueva doctrina, Washington ya enarbola el acuerdo alcanzado en el seno de la OTAN para ayudar a desalojar a Muamar elGadafi del poder y a la consolidación de los rebeldes en Libia.

Este desenlace le permitió a Obama posar victorioso el jueves en los jardines de Casa Blanca, a la vez que recordaba la muerte de prominentes líderes de Al-Qaida a manos de fuerzas estadounidenses. Su mensaje clave fue: Estados Unidos ha mostrado que puede ayudar a organizar una campaña internacional para proteger a los libios y librar al mundo de un asesino sin que muera un solo soldado estadounidense.

Su vicepresidente, Joe Biden, fue más lejos. «Esto es más que la receta sobre cómo lidiar con los problemas del mundo». Para Obama, la visión a largo plazo es la de un gobierno con cada vez mayor credibilidad sobre cómo manejar los conflictos en el exterior sin involucrar al país nuevas guerras.

En un raro momento de fortaleza tras la desaparición del líder libio, Barack Obama anunció ayer la retirada total de tropas norteamericanas en Irak antes de finales de este año. «La guerra ha terminado», sentenció el presidente desde la Casa Blanca. «Con Bin Laden muerto, nos centraremos en traer nuestros soldados a casa». No por esperado se trata de un proceso solo dibujado en el mejor de los escenarios y cuando siguen abiertas muchas interrogantes sobre la capacidad del país árabe de manejar su seguridad sin la tutela de un ejército que ha ocupado su territorio en los últimos nueve años.

«Nuestras tropas saldrán de Irak con la frente bien alta», dijo el presidente en un anuncio que, en realidad, significa la falta de entendimiento con el primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki, para que permitiera el mantenimiento de un pequeño contingente de varios miles de soldados de EE UU después del final del año. Según cifras facilitadas por el Pentágono, hasta ahora han caído en Irak 4.421 soldados y civiles estadounidenses, mientras 31.921 resultaron heridos.

Para el pueblo estadounidense, cansado de las muertes y el enorme coste de las guerras, se trata de una excelente noticia. Las preocupaciones se centran ahora en cómo salir del avispero de Afganistán, un conflicto para el que también está en marcha un calendario de retirada pero cuyas complejidades no permiten pensar de momento en una total desvinculación del Ejército norteamericano.

Retirada

La OTAN acordó ayer concluir su misión en Libia el 31 de octubre tras consultar con las Naciones Unidas y el Consejo Nacional de Transición (CNT) libio, según anunció el secretario general aliado, Anders Fogh Rasmussen. Los embajadores de los países aliados pactaron de forma preliminar concluir las operaciones ese día, y «tomaremos la decisión definitiva a comienzos de la próxima semana» después de mantener consultas con la ONU y el CNT, dijo secretario general aliado, Anders Fogh Rasmussen.

Hasta finales de mes, la Alianza Atlántica reducirá progresivamente las capacidades de su misión, si bien seguirá controlando la situación y con medios «para responder a las amenazas a los civiles si fuera necesario», añadió.