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SOSPECHAS

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Cuando la madre Teresa de Calcuta decía que hay que repartir la riqueza, nadie dudaba de que apelaba a la caridad entre las personas. Por el contrario, si esa misma frase la dice un ministro de Hacienda, todo el mundo tenderá a llevarse la mano a la cartera, porque verá sus bienes amenazados. Hay ideas que son buenas o malas en función de la boca que las enuncia, y que según eso adquieren uno u otro color. Pues bien, esto es lo que ocurre con las propuestas que el PSOE formula en materia de televisión dentro de su programa electoral. En ese programa hay tres ideas fundamentales: cerrar canales de TDT, implantar consejos audiovisuales en cada comunidad autónoma y garantizar el pluralismo de la oferta televisiva. Tres argumentos para cada una: el reparto de licencias TDT por autonomías y municipios ha sido caótico, hay que facilitar a la sociedad el control de los medios públicos y hay que garantizar a los ciudadanos una información veraz y plural. Vale, podemos estar de acuerdo. Pero, ahora, surgen tres objeciones concomitantes: una, ¿acaso ese reparto de licencias no se ha efectuado bajo el propio Gobierno del PSOE?; dos, ¿acaso los consejos ya existentes en Cataluña o Andalucía están sirviendo para que la sociedad controle algo?, y tres, ¿quién es un Gobierno para decir si la información que da un medio es veraz o no? Por tanto, tres sospechas: una, ¿el cierre de canales TDT no será una forma de censurar las voces que a un Gobierno no le gusta oír?; dos, ¿la multiplicación de consejos audiovisuales no será una forma de controlar ideológicamente a los canales?, y tres, ¿la vigilancia sobre el 'pluralismo' y la 'veracidad' no será una argucia para imponer criterios ideológicos en las cadenas de televisión? En realidad, el mejor modo de garantizar el pluralismo es permitir que existan muchas voces singulares. Cualquier otra cosa es legitimar la intervención del poder político en la actividad periodística. Y las apelaciones a la 'sociedad' pierden toda virtud cuando se traducen en dar más poder a los partidos. Ojo, que no hemos nacido ayer.