PAN Y CIRCO

UNA OPORTUNIDAD

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Merece, al menos, el beneficio de la duda. Una oportunidad. Matías Pavoni quiere reconciliarse con el fútbol, ese deporte donde tantas veces se ha sentido como un juguete roto. Quiere escribir una bonita historia de amor, de felices reencuentros y con perdices de postre. Ha cogido el vuelo desde Rosario a Cádiz y esta semana se plantará ante Jose González, su gran valedor, para pedirle esa prueba que finalmente no pudo realizar en el Córdoba.

Prácticamente se retiró del fútbol hace dos años con los tobillos destrozados. Las eternas lesiones del 'chivito' fueron mermando curso a curso su rendimiento en Carranza, hasta desligarle del papel protagonista para encajarlo en un secundario que no podía aceptar. Se marchó hasta Grecia para confirmar su declive y en tantas idas y venidas se le perdió la pista. Obstinado, se resiste a dejar el fútbol de esta manera tan cruel y por ello sigue pateando el cuero en su Rosario natal alargando sus días en este juego.

Ahora pide una última oportunidad. Posiblemente sea una quimera para la afición ver correr de nuevo sobre el verde de Carranza al otrora ídolo amarillo. Pina no se anda con sentimentalismos, Matías puede preguntarle a su amigo Raúl. Pero no debe ser una locura. Ya no es Primera, sino Segunda B. Automatiza a la perfección los movimientos que añora Jose para su media punta, y con poco que le acompañe el físico ha de ser suficiente para que resurga su talento. Es veterano, pero 31 años no son demasiados como para dejar este deporte. Y su carisma y respaldo en el cadismo son un aliciente para seguir ilusionando a la hinchada. Posiblemente todos estos argumentos se cuelen por el sumidero en cuanto sus tobillos toquen el césped y se resientan de tantas batallas, como aquella de San Mamés. O cruja la clavícula y arda el pubis. Pero aún así, de verdad que no se pierde nada por intentarlo. Porque el fútbol le debe una, y Pavoni merece cobrar esa deuda.