Los candidatos del PSOE y del PP a la presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, charlan el 12 de octubre. :: EFE
ESPAÑA

Rubalcaba y Rajoy comparten su desdén por la resolución de la conferencia internacional

El Gobierno no se siente «interpelado» por el llamamiento a la negociación ya que es «un papel más» de la izquierda abertzale

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Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy han entrado ya en las divergencias propias de toda campaña electoral, pero hay algo en lo que están de acuerdo: la conferencia internacional impulsada por la izquierda abertzale y patrocinada por personalidades como Kofi Annan o el exministro irlandés Bertie Ahern solo merece ser ignorada. Uno y otro evitaron pronunciarse ayer sobre el encuentro y, sobre todo, eludieron cualquier escenario de confrontación.

«Esto -dijo el candidato del PSOE en referencia a ETA- está acabando; estamos en los momentos finales y lo que debemos hacer es mantener el método que nos ha llevado hasta aquí: ser prudentes, firmes y estar muy juntos».

La presencia del PSE en el palacio donostiarra de Aiete podría haber causado en otro momento una ruptura y una agria disputa entre los dos partidos mayoritarios; pero el tono que ahora mantiene Rajoy dista mucho del que caracterizó buena parte de la pasada legislatura.

En parte, porque el líder del PP ha dejado de desconfiar del Gobierno para disgusto de un sector de su partido, encabezado por Jaime Mayor Oreja. Sus discursos son ahora parejos y los populares no encuentran ningún problema en suscribir palabras como las que ayer pronunció el ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, quien avanzó que el Ejecutivo no se siente en ningún caso «interpelado» por la declaración aprobada en San Sebastián.

Jáuregui insistió en que el documento, para el Gobierno, es «un papel más» que forma parte de la «liturgia» con la que Batasuna y su mundo intentan revestir el final de ETA ante el que no se siente obligado a nada. El texto se refiere al terrorismo etarra como «último enfrentamiento armado de la UE», llama a negociar a los gobiernos de Madrid y París con ETA sobre «las consecuencias del conflicto», esto es, la situación de los presos, y pide resarcir a «todas las víctimas».

En todo caso, el ministro de la Presidencia remarcó que los demócratas no dejarán que ese modo de contar la historia por parte de la izquierda abertzale se instale. «El único relato posible es el de que unos mataron a otros sin razón», subrayó.

Rajoy no lo dijo de manera explícita pero de sus palabras se desprende que comparte el diagnóstico. «Para mí, lo único que, a estas alturas es importante es un comunicado (de ETA) diciendo en qué fecha cesa su actividad criminal de manera incondicional y definitiva», subrayó en el transcurso de una visita a una planta industrial en la localidad vizcaína de Abadiño.

El líder de la oposición defendió que cualquier otro pronunciamiento solo contribuiría a una «ceremonia de la confusión» que «no tiene sentido». Una cautela que tiene mucho que ver, sin duda, con que si gana las elecciones del 20 de noviembre será el encargado desde la Moncloa de gestionar los últimos estertores de ETA y encarar la situación de los presos y exiliados de la organización terrorista que pretendan reinsertarse. Una situación que Rajoy, según el líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, sabrá gestionar.

El presidente del PNV, que en los últimos meses ha mantenido varias reuniones con el líder de la oposición, ofreció su propia explicación de este comportamiento. Según él, Rajoy, si es que gobierna, está dispuestos a «acompañar el proceso» que se abriría con una declaración de abandono definitivo de la violencia por parte de ETA. Por si acaso, Iñigo Urkullu ofreció «la cobertura» de su partido en esa tarea que será incomprendida por sectores que respaldan ahora al PP, como los colectivos de víctimas del terrorismo.

El caso es que la sintonía entre Rajoy y Rubalcaba fue total. Ni se mostraron satisfechos ni lo contrario. Ni quisieron adjudicar al encuentro internacional un valor catalizador para la desaparición definitiva de ETA ni lo opuesto. El candidato del PSOE ya adelantó hace una semana que no quería convertirse en «comentarista» de una agenda que, dijo, no es la suya y a ese principio se atuvo.

Sin «visto bueno»

Hasta ahora, tanto el PSOE como el Gobierno habían dicho que conocieron de antemano el deseo de los socialistas vascos de participar en la conferencia internacional, y habían expresado su respeto hacia la decisión pese a considerar que la cita tenía mucho de propagandístico. Pero Rubalcaba introdujo un matiz. «Yo no le di el visto bueno», aclaró.

Más locuaz, el expresidente Felipe González defendió que «nadie debería discutir» que lo importante ahora es si, tras la conferencia, hay una declaración de final de la violencia. «El relato (hecho en San Sebastián) es un relato equivocado -admitió- ; pero el relato final lo vamos a escribir los demócratas».